Page 143 - Dune
P. 143

virtud intocable y de sensualidad.
               Incluso sin su posición de anfitriona, Jessica hubiera dominado al grupo, pensó.
           No llevaba ninguna joya, y se había vestido con colores cálidos: un largo vestido que

           resplandecía casi con el color del fuego, y una cinta del color de la tierra anudada
           alrededor de sus cabellos.
               Comprendió que ella quería reprocharle así, de aquella sutil manera, la reciente

           frialdad de su actitud. Sabía que él la prefería vestida así… como un abanico de vivos
           colores.
               Ligeramente  aparte,  con  su  brillante  uniforme,  el  rostro  impasible,  los  negros

           cabellos recogidos y cuidadosamente peinados, estaba Duncan Idaho. Había dejado a
           los Fremen por orden de Hawat: «Bajo el pretexto de protegerla, tendrás a Dama
           Jessica bajo constante vigilancia».

               El Duque miró en torno suyo por la gran sala.
               Paul estaba en un rincón, rodeado de un grupo de ávidos jóvenes pertenecientes a

           las más ricas familias de Arrakeen, y a poca distancia de él había tres oficiales de las
           Tropas de la Casa. El Duque dedicó una particular atención a las chicas. Un rico botín
           de caza para un heredero ducal. Pero Paul las trataba a todas por igual, con una noble
           reserva.

               Llevará bien el título, pensó el Duque, y se dio cuenta con un estremecimiento de
           que aquel era también un pensamiento de muerte.

               Paul vio a su padre en el umbral, y evitó su mirada. Miró hacia el grupo de los
           invitados,  manos  enjoyadas  sosteniendo  los  vasos  (y  la  discreta  inspección  de  los
           detectores  de  veneno  disimulados  en  cualquier  objeto).  Viendo  aquellas  bocas
           incansables, Paul sintió un repentino desánimo. No eran más que máscaras baratas

           aplicadas sobre pensamientos infectos, voces chillonas que se alzaban para intentar
           dominar el profundo silencio que reinaba en sus pechos.

               Estoy  de  mal  humor,  pensó  Paul,  y  se  preguntó  qué  hubiera  dicho  Gurney  al
           respecto.
               Conocía el origen de aquel malhumor. No hubiera querido participar en aquella
           recepción,  pero  su  padre  había  sido  firme:  «Tienes  un  rango,  una  posición  que

           defender. Eres bastante adulto como para hacerlo. Ya casi eres un hombre».
               Paul vio a su padre avanzar, inspeccionar la sala y dirigirse al grupo que rodeaba

           a Dama Jessica.
               Mientras  Leto  se  acercaba  al  grupo  de  Jessica,  el  transportista  de  agua  estaba
           diciendo:

               —¿Es cierto que el Duque quiere instalar un control climático?
               —Mis  proyectos  no  llegan  hasta  tal  punto,  señor  —dijo  el  Duque  detrás  del
           hombre.

               Este se volvió, mostrando su rostro redondo y bronceado.




                                        www.lectulandia.com - Página 143
   138   139   140   141   142   143   144   145   146   147   148