Page 148 - Dune
P. 148

Leto tomó su jarra de agua y la levantó, de modo que se reflejara a la luz de las
           lámparas a suspensor.
               —Como Caballero del Imperio —dijo—, quiero proponer un brindis.

               Los demás tomaron sus jarras, con sus ojos fijos en el Duque. En la repentina
           inmovilidad,  una  lámpara  derivó  levemente,  empujada  por  una  corriente  de  aire
           proveniente de las cocinas. Las sombras jugaron con los rasgos de halcón del Duque.

               —¡Aquí estoy, y aquí permaneceré! —exclamó Leto.
               Hubo  un  movimiento  abortado  de  llevar  las  jarras  a  las  bocas…  que  se
           interrumpió porque el Duque mantenía aún su brazo en alto.

               —Mi brindis será una de las máximas más queridas a vuestros corazones: «¡Los
           negocios son los que hacen el progreso! ¡La fortuna pasa por todas partes!».
               Bebió de su agua.

               —¡Gurney! —llamó el Duque.
               La voz de Halleck le llegó desde algún hueco a sus espaldas.

               —Aquí estoy, mi Señor.
               —Cántanos alguna canción, Gurney.
               Un acorde en tono menor del baliset flotó surgiendo de alguna parte. A un gesto
           del Duque, los servidores comenzaron a depositar sobre la mesa las fuentes con la

           comida: liebre del desierto asada con salsa cepeda, aplomage siriano, chukka helado,
           café  con  melange  (el  intenso  olor  a  canela  de  la  especia  invadió  la  mesa),  un

           auténtico pato a la marmita servido con vino espumoso de Caladan.
               Sin embargo, el Duque permaneció de pie.
               Mientras  los  invitados  esperaban,  con  su  atención  dividida  entre  las  fuentes
           colocadas ante ellos y el Duque de pie, Leto dijo:

               —En los viejos tiempos era deber de un anfitrión distraer a los invitados según su
           talento. —Sus nudillos estaban blancos por la fuerza con que sostenía su jarra—. No

           puedo cantar, pero voy a recitaros las palabras de la canción de Gurney. Consideradlo
           otro brindis… un brindis para todos aquellos que han muerto para conducirnos hasta
           aquí.
               Un movimiento de incomodidad agitó toda la mesa.

               Jessica  inclinó  su  mirada  y  observó  a  la  gente  sentada  más  cerca  de  ella:  el
           transportista de agua de redonda cara, el pálido y austero representante del Banco de

           la  Cofradía  (que  parecía  un  espantapájaros,  con  los  ojos  fijos  en  Leto),  el  curtido
           Tuek, con la cicatriz en su cara y sus ojos totalmente azules bajados.
               —«En  revista,  amigos…  soldados  que  hace  tanto  tiempo  no  habéis  pasado

           revista» —entonó el Duque—. «Vuestro equipaje está hecho de dolor y de dólares.
           Sus espíritus pesan sobre vuestros collares de plata. En revista, amigos… soldados
           que  hace  tiempo  no  habéis  pasado  revista.  A  cada  cual  su  tiempo,  sin  injustas

           pretensiones  ni  engaños.  Con  ellos  pasa  el  espejismo  de  la  fortuna.  En  revista,




                                        www.lectulandia.com - Página 148
   143   144   145   146   147   148   149   150   151   152   153