Page 144 - Dune
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—Ah, el Duque —dijo—. Habíamos observado vuestra ausencia.
               Leto miró a Jessica.
               —Había  algo  que  debía  ser  hecho  —dijo.  Volvió  de  nuevo  su  atención  al

           transportista de agua y explicó lo que había ordenado con respecto a los cuencos,
           añadiendo—: En lo que a mí respecta, esa vieja costumbre termina aquí.
               —¿Es una orden ducal, mi Señor? —preguntó el hombre.

               —Dejo esto a vuestra… conciencia —dijo el Duque. Se volvió, viendo a Kynes
           avanzar hacia el grupo.
               —Creo que es un gesto muy generoso por vuestra parte —dijo una de las mujeres

           —. Ofrecer el agua a… —alguien la hizo callar.
               El  Duque  observó  a  Kynes,  notando  que  el  planetólogo  llevaba  el  uniforme
           marrón  oscuro  de  antiguo  estilo,  con  las  charreteras  del  Servicio  Imperial  y  una

           minúscula gota de oro indicando su rango en el cuello.
               —¿Debo entender que las palabras del Duque implican una crítica hacia nuestras

           costumbres? —preguntó el transportista de agua con voz irritada.
               —Esa  costumbre  ha  sido  cambiada  —dijo  Leto.  Saludó  a  Kynes  con  una
           inclinación  de  cabeza  y  observó  un  fruncimiento  de  cejas  por  parte  de  Jessica.
           Fruncir  las  cejas  no  es  cosa  de  Jessica,  pensó,  pero  alimentará  los  rumores  de

           fricción entre nosotros.
               —Con  el  permiso  del  Duque  —dijo  el  transportista  de  agua—,  me  gustaría

           profundizar algo más acerca de las costumbres.
               Leto percibió la repentina untuosidad de la voz del hombre, notó el silencio del
           grupo, observó que todas las cabezas en la sala se volvían hacia ellos.
               —¿No es casi la hora de la cena? —preguntó Jessica.

               —Pero nuestro huésped ha hecho una pregunta —dijo Leto. Y miró fijamente al
           transportista  de  agua,  viendo  a  un  hombre  de  rostro  alunado  con  grandes  ojos  y

           gruesos labios y recordando el informe de Hawat: «… y ese transportista de agua es
           un hombre que debe ser vigilado. Recordad su nombre: Lingar Bewt. Los Harkonnen
           lo usaron, aunque sin llegar a controlarlo nunca totalmente».
               —Las costumbres relacionadas con el agua son muy interesantes —dijo Bewt, y

           su rostro se iluminó con una sonrisa—. Tengo curiosidad por saber qué pensáis hacer
           con el invernadero anexo a esta casa. ¿Continuaréis haciendo ostentación de él ante el

           pueblo… mi Señor?
               Leto dominó su cólera mientras miraba al hombre. Los pensamientos brotaban de
           su mente. Estaba desafiándole en su propio castillo, especialmente ahora que la firma

           de Bewt estaba al pie de un contrato de lealtad. Claro que aquel hombre parecía gozar
           de un cierto poder personal. El agua significaba poder en aquel mundo. Por ejemplo,
           si todas las fuentes de agua fueran destruidas a una señal… El hombre se veía capaz

           de hacerlo. La destrucción del agua facilitaría la destrucción de Arrakis. Esta debía




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