Page 191 - Dune
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Otro guardia le empujó y gritó:
—¡Tú, sal del camino!
Aunque se hayan aprovechado de mí, me desprecian, pensó Yueh. Se irguió
mientras le empujaban, recobrando algo de su dignidad.
—¡Espera a que venga el Barón! —gritó un oficial de la guardia. Yueh asintió y,
con una calculada lentitud, recorrió toda la parte anterior de la casa, giró la esquina,
hundiéndose en la oscuridad fuera de la luz de las palmeras ardiendo. Rápidamente,
con creciente ansia, Yueh se dirigió al patio detrás del invernadero, donde esperaba el
tóptero… el aparato preparado para llevar a Paul y su madre hasta el desierto.
Un guardia estaba inmóvil en la abierta puerta trasera de la casa, con su atención
dirigida hacia el iluminado corredor y los hombres que iban y venían por todos lados,
inspeccionando las habitaciones.
¡Qué seguros estaban de sí mismos!
Yueh se movió en las sombras, rodeó el tóptero y abrió la portezuela contraria
donde estaba el guardia. Deslizó la mano bajo el asiento delantero para asegurarse de
que la Fremochila que había ocultado antes estaba allí, abrió una solapa y deslizó
dentro el anillo ducal. Notó el crujido del papel de especia que había allí, la nota que
había escrito, y metió dentro el anillo. Retiró la mano, volvió a dejar el paquete en su
sitio.
Suavemente, Yueh cerró la portezuela del tóptero y deshizo su camino hacia la
esquina de la casa y hacia la luz de los árboles incendiados.
Ya está hecho, pensó.
Emergió de nuevo a la luz de las palmeras ardiendo. Se embozó en su capa y
contempló las llamas. Pronto lo sabré. Pronto veré al Barón y lo sabré. Y el Barón…
encontrará un pequeño diente.
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