Page 296 - Dune
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de las formas de vida locales —dijo su padre—. Es extraño que tan poca gente haya
           apartado sus ojos de la especia para interrogarse acerca del origen del equilibrio casi
           ideal nitrógeno-oxígeno-anhidrido carbónico en un mundo donde hay grandes zonas

           desprovistas de vegetación. La esfera de energía del problema está aquí para ser vista
           y  comprendida…  un  proceso  lento,  pero  un  proceso  que  existe  pese  a  todo.  ¿Se
           produce el fallo de un eslabón? Siempre hay algo que ocupa entonces su lugar. La

           ciencia  está  formada  de  muchas  cosas  que  parecen  obvias  una  vez  han  sido
           explicadas.  Mucho  antes  de  haberlo  visto  sabía  que  el  pequeño  hacedor  tenía  que
           estar ahí, enterrado en la arena.

               —Por favor, deja ya esas lecciones, padre —murmuró Kynes.
               Un halcón se posó en la arena, cerca de su mano abierta. Kynes lo vio replegar
           sus alas, doblar su cabeza para mirarle. Encontró las fuerzas suficientes para soltar un

           gruñido. El pájaro retrocedió dos saltos, pero continuó mirándole.
               —Hasta ahora, los hombres y sus obras han sido un azote para los planetas —dijo

           su  padre—.  La  naturaleza  tiende  a  compensar  las  plagas,  rechazándolas  o
           absorbiéndolas para incorporarlas al sistema según sus propias características.
               El halcón bajó la cabeza, extendió las alas y volvió a replegarlas. Transfirió su
           atención a su mano extendida.

               Kynes descubrió que ya no tenía fuerzas para gritarle.
               —El  sistema  histórico  de  mutuo  pillaje  y  extorsión  se  ha  detenido,  aquí  en

           Arrakis  —dijo  su  padre—.  Uno  no  puede  continuar  robando  indefinidamente  sin
           preocuparse  de  los  que  vendrán  tras  él.  Las  peculiaridades  físicas  de  un  mundo
           quedan  inscritas  en  su  historia  económica  y  política.  Podemos  leerlas,  y  esto
           esclarece nuestros objetivos.

               Nadie ha conseguido hacerte callar nunca, pensó Kynes. Lecciones, lecciones,
           lecciones… siempre lecciones.

               El  halcón  dio  un  paso  hacia  la  mano  extendida  de  Kynes.  Inclinó  la  cabeza
           primero a un lado, luego al otro, estudiando aquella carne expuesta.
               —Arrakis es un planeta de un solo cultivo —dijo su padre—. Un solo cultivo.
           Esto mantiene a una clase dominante, que vive como siempre han vivido las clases

           dominantes, aplastando bajo ellas a una masa semihumana de medio esclavos que
           sobreviven de lo que ellas desechan. Son esas masas y esos desechos los que ocupan

           nuestra atención. Tienen mucho más valor del que nunca se ha sospechado.
               —No te estoy escuchando, padre —murmuró Kynes—. Vete.
               Y pensó: Seguramente hay algunos de mis Fremen cerca de aquí. Es imposible

           que no vean esos pájaros encima de mí. Vendrán a investigar, aunque sólo sea para
           ver si hay humedad disponible.
               —Las  masas  de  Arrakis  sabrán  que  estamos  trabajando  para  hacer  que  un  día

           estas tierras rezumen agua —dijo su padre—. La mayor parte de ellas, por supuesto,




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