Page 301 - Dune
P. 301

¿Significa aquello una sentencia?
               —No tenemos tiempo para la prueba —protestó la voz encima de ellos.
               —Pero podría ser el Lisan al-Gaib —dijo Stilgar.

               ¡Está buscando un signo!, pensó Jessica.
               —Pero la mujer… —dijo la voz encima de ellos.
               Jessica se preparó. Aquella voz sonaba a muerte.

               —Sí, la mujer —dijo Stilgar—. Y su agua.
               —Conoces la ley —dijo la voz de entre las rocas—. Quienes no pueden vivir en
           el desierto…

               —Silencio —dijo Stilgar—. Los tiempos cambian.
               —¿Liet ordenó esto? —preguntó la voz de entre las rocas.
               —Has oído la voz del ciélago, Jamis —dijo Stilgar—. ¿Por qué insistes?

               Y  Jessica  pensó:  ¡Ciélago!  El  indicio  de  la  lengua  abrió  extensos  caminos  de
           comprensión: aquella era la lengua de Ilm y Fiqh, y ciélago quería decir murciélago,

           un  pequeño  mamífero  volador.  La  voz  del  ciélago:  habían  recibido  un  mensaje
           distrans con órdenes de buscarles a Paul y a ella.
               —Sólo quería recordarte tus deberes, amigo Stilgar —dijo la voz encima de ellos.
               —Mi deber es la fuerza de la tribu —dijo Stilgar—. Este es mi único deber. No

           necesito que nadie me lo recuerde. El muchacho-hombre me interesa. Su carne está
           llena. Ha vivido con mucha agua. Ha vivido lejos del padre sol. No tiene los ojos del

           ibad. Pero no habla ni actúa como los débiles de los pan. Menos que su padre. ¿Cómo
           es eso posible?
               —No podemos quedarnos aquí discutiendo toda la noche —dijo la voz de entre
           las rocas—. Si una patrulla…

               —No te lo volveré a decir más, Jamis: cállate —dijo Stilgar. El hombre encima de
           ellos permaneció silencioso, pero Jessica oyó sus movimientos cruzando de un salto

           la garganta y dirigiéndose al fondo de la depresión, a su izquierda.
               —La voz de ciélago sugería que sería valioso para nosotros salvarlos a los dos —
           dijo Stilgar—. Puedo ver posibilidades en tu fuerza, muchacho-hombre: eres joven y
           puedes aprender. Pero ¿y tú, mujer? —miró a Jessica.

               Ahora ya tengo registrada su voz y su esquema, pensó Jessica. Podría controlarlo
           con una palabra, pero es un hombre fuerte… es mucho más precioso para nosotros

           así: libre, intacto. Ya veremos.
               —Soy  la  madre  de  este  muchacho  —dijo  Jessica—.  En  parte,  la  fuerza  que
           admiras en él es debida a mi adiestramiento.

               —La fuerza de una mujer puede ser limitada —dijo Stilgar—. Así es ciertamente
           en una Reverenda Madre. ¿Eres tú una Reverenda Madre?
               Por el momento, Jessica dejó aparte las implicaciones de la pregunta y contestó:

               —No.




                                        www.lectulandia.com - Página 301
   296   297   298   299   300   301   302   303   304   305   306