Page 300 - Dune
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—¿También habláis? —preguntó el hombre.
               Jessica  apeló  a  toda  la  arrogancia  ducal  que  aún  quedaba  en  su  voz  y  en  su
           actitud.  Era  urgente  responder,  pero  aún  no  le  había  oído  lo  suficiente  como  para

           tener un registro de su cultura y de sus debilidades.
               —¿Quién  cae  sobre  nosotros  como  un  criminal  en  medio  de  la  noche?  —
           preguntó.

               La cabeza envuelta en la capucha del albornoz se sobresaltó, revelando tensión, y
           luego se relajó lentamente. El hombre sabía controlarse.
               Paul se alejó de su madre a fin de separar los blancos y disponer de un mayor

           espacio para actuar.
               La encapuchada cabeza siguió el movimiento de Paul, revelando una parte de su
           rostro  a  la  luz  de  la  luna.  Jessica  vio  una  nariz  aguileña,  un  ojo  brillante  (y  sin

           embargo oscuro, tan oscuro, sin el menor rastro de blanco), una ceja espesa y un
           bigote hacia arriba.

               —Un hábil cachorro —dijo el hombre—. Si huís de los Harkonnen, puede que
           seáis bienvenidos entre nosotros. ¿Qué dices, muchacho?
               Todas las posibilidades cruzaron la mente de Paul: ¿Una trampa? ¿Un hecho?
           Había que decidir de inmediato.

               —¿Por qué deberíais acoger a unos fugitivos? —preguntó.
               —Un niño que piensa y habla como un hombre —dijo el hombre alto—. Bien,

           ahora, respondiendo a tu pregunta, mi joven wali, soy uno de los que no pagan el fai,
           el tributo de agua, a los Harkonnen. Por ello puedo dar la bienvenida a los fugitivos.
               Sabe quiénes somos, pensó Paul. Aunque intente ocultarlo, lo noto en su voz.
               —Soy Stilgar, el Fremen —dijo el hombre alto—. ¿Puede esto soltar tu lengua,

           muchacho?
               Es la misma voz, pensó Paul. Y recordó el Consejo, con aquel hombre acudiendo

           a reclamar el cuerpo de un amigo matado por los Harkonnen.
               —Te  conozco,  Stilgar  —dijo  Paul—.  Yo  estaba  con  mi  padre  en  el  Consejo
           cuando viniste a por el agua de tu amigo. Te llevaste contigo al hombre de mi padre,
           Duncan Idaho… un intercambio de amigos.

               —E Idaho nos abandonó para regresar con su Duque —dijo Stilgar.
               Jessica percibió el disgusto en su voz, y se preparó para el ataque.

               —Estamos perdiendo el tiempo, Stil —gritó la voz entre las rocas, sobre ellos.
               —Es el hijo del Duque —respondió Stilgar—. Es realmente el que nos ordenó
           Liet que buscáramos.

               —Pero… un niño, Stil.
               —El Duque era un hombre, y este muchacho se ha servido de un martilleador —
           dijo Stilgar—. Ha sido valiente atravesando así la senda del Shai-Hulud.

               Y  Jessica  comprendió  que  el  hombre  la  había  excluido  de  sus  pensamientos.




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