Page 302 - Dune
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—¿Estás adiestrada en los caminos del desierto?
—No, pero muchos consideran valioso mi adiestramiento.
—Nosotros tenemos nuestros propios juicios de valor —dijo Stilgar.
—Cada hombre tiene derecho a sus propios juicios —dijo ella.
—Es bueno que comprendas la razón —dijo Stilgar—. No tenemos tiempo para
probarte, mujer ¿Comprendes? No queremos que tu sombra nos aflija. Tomaremos al
muchacho-hombre, tu hijo, y tendrá toda mi protección, un refugio en mi tribu. Pero
para ti, mujer… ¿comprendes que no hay nada personal en ello? Es la regla, el
Istislah, el interés general. ¿No te es suficiente?
Paul dio un paso hacia adelante.
—¿Qué quieres decir con todo esto?
Stilgar lanzó una ojeada hacia Paul, pero sin desviar su atención de Jessica.
—A menos que hayas sido adiestrada desde pequeña a vivir aquí, podrías causar
la destrucción de toda una tribu. Es la ley, no podemos aceptar a los inútiles…
El movimiento de Jessica se inició con un resbalón, un paso en falso y una caída.
Algo obvio por parte de una extranjera débil y afligida, y lo obvio retarda las
reacciones del oponente. Se necesita un instante para interpretar algo conocido
cuando es presentado como algo desconocido. Jessica entró en acción cuando vio
descender el hombro derecho del hombre mientras éste empuñaba un arma entre los
pliegues de sus ropas para blandirla contra ella. Un giro, un golpe contra su brazo con
el canto de su mano, un torbellino de ropas, y se encontró con la espalda apoyada
contra las rocas y el hombre indefenso ante ella.
Al primer movimiento de su madre, Paul retrocedió dos pasos. Mientras ella
atacaba, él se hundió en las sombras. Un hombre barbudo le cortó el camino, con un
arma en una mano. Paul golpeó al hombre bajo el esternón con un golpe seco de su
mano, arrebatándole el arma mientras caía.
Se mantuvo en la oscuridad, arrimándose a las rocas, guardando el arma en su
cintura. La había reconocido pese a su aspecto poco familiar… un arma a proyectiles,
y esto decía muchas cosas acerca de aquel lugar, era otro indicio del porqué allí no se
usaban escudos.
Van a concentrarse en mi madre y ese Stilgar. Ella puede neutralizarlo. Debo
encontrar una posición que me dé la oportunidad de atacarles y darle tiempo para
escapar.
Hubo en la depresión un coro múltiple de muelles saltando. Numerosos
proyectiles crepitaron contra las rocas en torno suyo. Uno de ellos golpeó sus ropas.
Se metió tras una protección rocosa deslizándose en una estrecha hendidura vertical,
y comenzó a escalarla, centímetro a centímetro… apoyando la espalda en un lado y
apuntalando los pies en el otro, despacio, lo más silenciosamente posible.
El rugido de la voz de Stilgar trajo sus ecos hasta él:
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