Page 325 - e-book
P. 325
AUTOR Libro
—Sí, lo sé.
—Estos tres últimos días he estado a punto de volverme loco. Vine del funeral
de Harry y tú habías desaparecido. Jacob sólo pudo decirme que te habías ido
pitando con Alice Cullen y que pensaba que tenías problemas. No me dejaste un
número ni telefoneaste. No sabía dónde estabas ni cuándo ibas a volver, si es que ibas
a volver. ¿Tienes alguna idea de cómo... ? —fue incapaz de terminar la frase. Respiró
hondo de forma ostensible y prosiguió—: ¿Puedes darme algún motivo por el que no
deba enviarte a Jacksonville este trimestre?
Entrecerré los ojos. Bueno, de modo que aquello iba a ir de amenazas, ¿no? A
ese juego podían jugar dos. Me incorporé y me arropé con el edredón.
—Porque no quiero ir.
—Aguarda un momento, jovencita...
—Espera, papá, acepto completamente la responsabilidad de mis actos y tienes
derecho a castigarme todo el tiempo que quieras. Haré las tareas del hogar, la colada
y fregaré los platos hasta que pienses que he aprendido la lección; y supongo que
estás en tu derecho de ponerme de patitas en la calle, pero eso no hará que vaya a
Florida.
El rostro se le puso bermejo. Respiró profundamente varias veces, antes de
responder:
—¿Te importaría explicar dónde has estado?
Ay, mierda.
—Hubo... una emergencia.
Enarcó las cejas a la espera de una brillante aclaración. Llené de aire los carrillos
y lo expulsé ruidosamente.
—No sé qué decirte, papá. En realidad, todo fue un gran malentendido. Él dijo,
ella dijo, y las cosas se salieron de madre.
Aguardó con expresión recelosa.
—Verás, Alice le dijo a Rosalie que yo practicaba salto de acantilado... —intenté
desesperadamente hacerlo bien y me ceñí lo máximo posible a la verdad para que mi
incapacidad para mentir de forma convincente no sonara a pretexto, pero antes de
continuar, la expresión de Charlie me recordó que él no sabía nada de lo del
acantilado.
¡Huy, huy, huy! Como si las cosas no estuvieran bastante caldeadas...
—Supongo que no te comenté nada de eso —proseguí con voz estrangulada—.
No fue nada, sólo para pasar el rato, nadar con Jacob... En cualquier caso, Rosalie se
lo dijo a Edward, que se alteró mucho. Ella pareció dar a entender de forma
involuntaria que yo intentaba suicidarme o algo por el estilo. Como él no respondía
al teléfono, Alice me llevó hasta... esto... Los Ángeles para explicárselo en persona.
Me encogí de hombros mientras albergaba el desesperado deseo de que mi
«caída» no le hubiera distraído tanto que se hubiera perdido la brillante explicación
que le había proporcionado.
Charlie se había quedado helado.
—¿Intentabas suicidarte, Bella?
- 325 -

