Page 54 - En el corazón del bosque
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intentarlo. Un día de éstos me saldrá bien. Creo que hay algo de postre si te
apetece.
—Si no es mucha molestia… —contestó Noah, que aún tenía hambre—. Y no
me he escapado a causa de mi familia, por cierto. Es sólo que… bueno, ellos
están allí y yo estoy aquí, eso es todo.
—Pero deben de ser malas personas si no quieres estar con ellos —comentó
el anciano. Hizo chasquear los dedos para llamar a la nevera, que apareció ante
ellos con tremenda agilidad, considerando lo llena que estaba de dulces. El viejo
abrió la puerta y observó su interior—. Me temo que no tengo gran cosa que
ofrecerte. Sólo gelatina y helado, un pastel de chocolate, una tarta de crema de
plátano y un poco de flan con doble ración de cerezas. ¿Te bastará con eso?
—Sí, de sobra —respondió Noah.
No le gustó que el viejo creyera que su familia era mala gente y por eso
había huido. Después de todo, no eran malos en absoluto. En realidad eran
personas muy agradables.
—Pero, si son tan agradables, ¿por qué has huido? —preguntó el viejo,
sorprendiendo a Noah, pues estaba seguro de que no había expresado sus
pensamientos en voz alta.
—Es mejor así y ya está —dijo.
—¿Te encierra tu padre en la carbonera?
—No —contestó Noah, horrorizado.
—¿Te obliga tu madre a comer en la caseta del perro?
—Claro que no. Jamás haría una cosa así. Además, no tenemos perro. Mi
madre y yo solemos salir de excursión por ahí y lo pasamos muy bien. O al
menos lo hemos hecho durante estos últimos meses.
—Ah, ¿sí? Eso parece interesante.
—Sí, bueno, una vez fuimos a una cafetería donde había un flipper —dijo
Noah, y le contó cómo había conseguido 4 500 000 puntos y había alcanzado el
primer puesto en la lista de los mejores jugadores—. Y en otra ocasión me salvó
de un guardia de seguridad que me acusaba de haber robado unos naipes. Y hace
sólo unas semanas construyó nuestra propia playa privada.
El viejo enarcó una ceja, sorprendido.
—¿Una playa privada? ¿Junto a un bosque? No parece muy verosímil.
—Se asombraría de las cosas que es capaz de hacer mi madre cuando se
empeña —dijo Noah con una leve sonrisa—. Está llena de sorpresas.