Page 77 - En el corazón del bosque
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El viejo abrió la nevera y se zambulló en ella, para emerger por fin con una
      jarra de leche de cristal esmerilado, con la que sirvió un vaso alto para Noah y
      luego  la  dejó  en  la  mesa  ante  él.  Volvió  a  tomar  la  madera  y  el  formón  y
      reanudó su talla.
        Noah  bebió  un  sorbo  del  vaso  y  después  hurgó  de  nuevo  en  el  cofre  para
      escoger otra marioneta. La que sacó le hizo sonreír. Tenía un cuerpo muy flaco y
      la  cabeza  muy  cuadrada;  parecía  haber  tenido  por  modelo  a  un  hombre
      compuesto por figuras geométricas en lugar de brazos, piernas y torso.
        —Ah, el señor Quaker —dijo el viejo, y rió un poco—. Me sorprende que mi
      padre hiciera una marioneta suya. Porque si el señor Wickle fue el hombre que
      despertó mi interés por correr, el señor Quaker fue quien me hizo comprender de
      cuántas formas distintas podía utilizar mi talento. Hablas de promesas, Noah, y
      fue por culpa del señor Quaker que rompí una que le había hecho a mi padre.
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