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actividades  presenciales  protagonizadas  por  nuestros  alumnos  en  las
               clases.  Podemos  dedicar  tiempo  al  trabajo  en  equipo,  la  evaluación
               formativa, la discusión, la puesta en común y la reflexión.
                  Este conflicto en el uso del tiempo da a esos profesores que prefieren
               seguir haciendo lo mismo que siempre han hecho, la excusa perfecta para

               no incorporar aprendizaje activo a clase. Todos hemos oído alguna vez:
               “Si hago eso, no me da tiempo a acabar el programa”. Dichos profesores
               anteponen  su  propia  comodidad  personal  (que  es  una  forma  educada  de

               referirse  a  la  preferencia  por  el  mínimo  esfuerzo)  al  aprendizaje  de  sus
               alumnos. Estos profesores, parafraseando a John Dewey, prefieren robar el
               mañana a sus alumnos con tal de hacerse la vida más fácil a sí mismos.
                  El flipped classroom, al ahorrar mucho del tiempo que se despilfarra en
               la transmisión de la información ya aprendida por estudio previo, ofrece

               tiempo a los profesores innovadores para incorporar actividades en clase
               enfocadas a resolver las dificultades de comprensión de sus alumnos, y a
               los profesores cómodos y tradicionalistas les deja sin su mejor excusa (la

               falta de tiempo de clase) para incorporar active learning a sus clases. De
               todos  modos  tienen  otras  excusas  que  pueden  verse  en  esta  entrada  del
               blog Profesor 3.0[1].
                  En  los  años  90  se  desarrollaron  varias  metodologías  (just-in-time
               teaching,  peer  instruction,  team  based  learning)  para  transmitir  la

               información a aprender fuera de la clase y para fomentar su estudio previo
               por  los  alumnos  de  manera  que  el  tiempo  de  clase  pudiera  dedicarse  a
               actividades  de  aprendizaje  activo  e  inductivo.  En  su  momento,  estas

               metodologías docentes semipresenciales o mixtas se denominaban blended
               learning  (b-learning)  para  diferenciarlas  del  ya,  por  entonces
               desacreditado, aprendizaje on line (e-learning). El b-learning combinaba
               transmisión remota de información on line con trabajo presencial activo e
               inductivo en clase y, aunque todavía no se había acuñado el término de

               flipped learning, está claro que estos métodos constituyen formas genuinas
               y precursoras de la clase invertida y del modelo de aprendizaje inverso.
                  Así, el  flipped classroom  es  una  variante  del  b-learning  en  el  que  el

               trabajo on line sirve de preparación previa para transmitir a los alumnos la
               información  a  aprender  vía  presentaciones  on  line,  y  así  lograr  una
               interacción  presencial  con  los  compañeros  y  el  profesor  que  sea  más
               fructífera y genere mayor aprendizaje. En el modelo flipped, el tiempo de
               clase  presencial  se  usa  para  aplicar  la  información  asimilada  y






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