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aprendizaje activo se asocia a aumentos de las calificaciones medias y
disminución de las tasas de fracaso académico (Knight, 2005 y Freeman,
2014). Eric Mazur, profesor de física de Harvard, comentando el
metaanálisis de Freeman, que comparaba los resultados académicos de
cientos de asignaturas en las que se había incorporado aprendizaje activo
con los obtenidos en la promoción de alumnos inmediatamente anterior,
enseñada con metodología tradicional, decía: “This is a really important
article-the impression I get is that it’s almost unethical to be lecturing if
you have this data.”
En contra del consejo de Eric Mazur, la mayoría de los profesores
universitarios han ignorado las evidencias publicadas al respecto, éstas que
demuestran que incorporar más aprendizaje activo sea un imperativo ético.
Dedicar tiempo de clase a actividades de aprendizaje activo ha sido
problemático para los profesores que seguían un modelo tradicional. Estos
siguen pensando que disminuye el tiempo disponible para explicar
temario, y por ello, el uso de estas metodologías de aprendizaje activo
sigue siendo muy minoritario entre estos profesores universitarios. Por lo
tanto, tienen un serio conflicto de intereses entre introducir más
actividades y lograr explicar todo el temario. El aprendizaje activo es, por
tanto, utilizado por una minoría de profesores que lo usan, además, durante
una porción minoritaria de su tiempo de clase. La mayoría abusan del
monólogo magistral, a la vez que se quejan de que no disponen de tiempo
de clase para que los alumnos razonen críticamente, realicen tareas,
discutan y pongan en práctica lo aprendido.
El problema es que seguir dedicando la mayor parte del tiempo de
interacción entre profesores y alumnos a que estos escuchen monólogos y
pasen la mayor parte del tiempo de clase tomando notas (o en los últimos
tiempos, distrayéndose del “tostón” magistral con sus portátiles conectados
a Internet), posiblemente, no sea la mejor manera de prepararlos para el
aprendizaje autónomo a largo de toda su vida, que es lo que les espera en
el siglo XXI. La clase magistral posiblemente no sea la mejor opción
metodológica de la que disponemos en el siglo XXI para el desarrollo de
las competencias de nuestros alumnos, por ejemplo, para el desarrollo de
razonamiento crítico y creativo, la comunicación y la colaboración.
Seguramente el lector crítico se estará haciendo esta pregunta. “Si esto
del flipped learning es tan maravilloso, ¿por qué no se ha hecho antes?”.
La explicación es en parte cultural-histórica y en parte tecnológica.
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