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competitivos tecnológicamente en la economía globalizada y aquellos que
               no lo son tanto.
                  La  enseñanza  es  un  fenómeno  cultural  y  los  cambios  culturales
               disruptivos  que  suponen  abandonar  las  tradiciones  de  un  modo  radical
               cuestan  mucho,  ya  que  suelen  estar  profundamente  arraigadas.  Tan

               arraigadas que ni siquiera somos conscientes de que solemos enseñar del
               mismo modo que aprendimos, y que la inmensa mayoría de los profesores
               asumimos  ese  modo  culturalmente  aceptado  como  el  único  posible.  El

               modo  tradicional  de  enseñar  supone  un  conjunto  de  convenciones
               culturales profundamente arraigadas y por ello muy difíciles de cambiar.





                       Metodologías activas versus profesores

                       magistrales estrellas




               Eric  Mazur  ya  había  mostrado  que  los  mejores  profesores  tradicionales
               (premiados  de  Harvard)  solo  consiguen  mejorar  marginalmente  los

               resultados de ganancias de aprendizaje que sus alumnos obtienen (25%)
               con respecto a los que consiguen los profesores mediocres (23%), y eso,
               con alumnos selectos como los de Harvard. Es decir, utilizando métodos

               tradicionales  con  la  mejor  “materia  prima”  posible  (alumnos  top  con
               profesores  top)  el  aumento  de  la  ganancia  media  de  comprensión  es
               marginal sólo se gana un 2% de mejora en la ganancia conceptual media.
               Esta mejora es ridícula si la comparamos con las ganancias normalmente
               obtenidas  por  el  método  activo  que,  al  menos,  duplica  las  ganancias

               obtenidas  con  el  método  tradicional.  Evidentemente  si  mantenemos  el
               método de enseñanza tradicional no es por su pobre eficacia sino por la
               gran comodidad que representa repetir lo que ya se hizo el año anterior.

               Sin embargo, muchos profesores justifican su obcecado empeño en seguir
               usando el método expositivo tradicional con el siguiente argumento: “la
               clase magistral no es un mal método sino que son pocos los profesores que
               la  dan  bien”.  De  este  modo,  el  problema  no  sería  el  método  expositivo
               magistral, sino su imperfecta implementación por parte de los profesores

               mediocres.
                  Deslauriers diseñó un estudio para poner a prueba esta hipótesis, que fue
               publicado en la prestigiosa revista Science en 2011. El diseño del estudio

               (head to head)  usaba  como  control  a  un  profesor  estrella  que  enseñaba


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