Page 136 - El Misterio de Salem's Lot
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oscuridad, como el Jesús de plástico que había ganado por aprenderse de memoria
todo el Salmo 119 en la escuela dominical.
—A veces pienso que deberíamos haber tenido otro —decía en ese momento su
padre—. Entre otras cosas, habría sido bueno para Mark. —No será porque no lo
hayamos intentado, cariño —repuso su madre con tono picaresco. Un gruñido de su
padre.
Se produjo una larga pausa en la conversación. Mark sabía que su padre estaría
hojeando el Wall Street Journal, y su madre una novela de Jane Austen, o tal vez de
Henry James. Las leía una y otra vez, y maldito si Mark le veía algún sentido a leer
más de una vez un libro.
—¿No te parece peligroso dejarlo jugar en el bosque detrás de la casa? —
preguntaba ahora su madre—. Dicen que por algún lado hay arenas movedizas. —A
varios kilómetros de aquí.
Mark se relajó un poco y pegó el otro brazo del monstruo. Tenía una gran mesa
cubierta de monstruos terroríficos Aurora, formando una escena que su propietario
alteraba cada vez que agregaba un elemento nuevo al conjunto. Era una colección
muy buena. En realidad, era eso lo que iban a ver Danny y Ralphie la noche que... lo
que fuera.
—No creo que haya inconveniente —declaró su padre—. Mientras sea de día,
claro.
—Bueno, pues espero que ese funeral espantoso no le provoque pesadillas.
Mark casi podía ver el encogimiento de hombros de su padre.
—Tony Glick... pobre hombre. Pero el dolor y la muerte son parte de la vida. Ya
debería estar acostumbrado a la idea. —Tal vez. Otra pausa. Mark se preguntó qué
seguiría ahora. El niño es el padre del hombre, tal vez. O es el arbolito joven al que
hay que enderezar. Mark encoló el monstruo sobre su base, un túmulo con una lápida
torcida en el fondo. —En medio de la vida, estamos en la muerte. Lo que es yo,
podría tener pesadillas. —¿Sí?
—Ese señor Foreman debe ser un verdadero artista, por espantoso que suene. Si
realmente parecía dormido, como si en cualquier momento fuera a abrir los ojos y
bostezar y... No sé por qué la gente insiste en torturarse con esos servicios con el
ataúd abierto. Es tan pagano...
—En fin, ya pasó.
—Sí, claro. Es un buen chico, ¿no te parece, Henry?
—¿Mark? Mejor no lo hay.
Mark sonrió.
—¿Habrá algo interesante en la televisión?
—Veámoslo.
Mark prescindió de lo demás; lo importante había terminado. Puso el modelo
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