Page 236 - El Misterio de Salem's Lot
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Será mejor que me tutees.
—Bien —dijo Cody, levantándose—, Susan y yo nos vamos. Cuando estés
presentable, ve a la cafetería de abajo. Esta tarde, tú y yo tenemos cosas que hacer.
—¿De veras?
—Sí. Habrá que contarles a los Glick la historia de la encefalitis. SÍ quieres,
puedes hacerte pasar por mi colega. No hace falta que digas nada.
—Pero no les va a gustar, ¿verdad?
—¿Te gustaría a ti?
—No lo creo —admitió Ben.
—¿Necesitas el permiso de ellos para conseguir una orden de exhumación? —
preguntó Susan.
—Técnicamente no. Desde un punto de vista práctico, es probable qué sí. Mi
única experiencia con la exhumación de cadáveres fue cuando estudié medicina
forense. Si los Glick se oponen, tendríamos que acudir a los tribunales, lo que
representaría perder quince días o un mes, y llegados a ese punto, dudo que la teoría
de la encefalitis resista. —Hizo una pausa para mirarlos—.
Con lo cual llegamos a lo que más me inquieta en todo este asunto, aparte la
historia del señor Burke. El de Danny Glick es el único cadáver sobre el cual
podemos trabajar. Los demás, simplemente se han esfumado.
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Ben y Jimmy Cody llegaron a casa de los Glick sobre la una y media. Él coche de
Tony Glick estaba aparcado en el camino de entrada, pero la casa estaba en silencio.
Después de llamar tres veces sin obtener respuesta, cruzaron el camino para dirigirse
a la pequeña cabaña vecina, un triste refugio prefabricado de los años cincuenta,
apuntalado en uno de sus extremos. El nombre que se leía en el buzón era Dickens.
Un flamenco rosado estaba en el césped, junto al camino, y un pequeño cocker
spaniel les saludó meneando el rabo cuando se acercaron.
Pauline Dickens, camarera y socia del Café Excellent, abrió la puerta un
momento después de que Cody tocara el timbre, vestida con su uniforme.
—Hola, Pauline —la saludó Jimmy—. ¿ No sabes dónde están los Glick?
—¿Quieres decir que no lo sabes?
—¿Que no sé qué?
—La señora Glick ha muerto esta mañana. A Tony Glick lo llevaron al hospital
general de Maine. Ha sufrido una conmoción.
Ben miró a Cody, que tenía el aspecto de un hombre a quien acaban de darle una
patada en el estómago.
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