Page 246 - El Misterio de Salem's Lot
P. 246
—Se ve que nunca fuiste boy scout —comentó Jimmy mientras abría su maletín
—. En cambio, yo siempre estoy preparado.
Sacó dos cruces y les quitó la envoltura de celofán.
—Bendícela —pidió a Ben:
—¿Qué? No puedo... no sé cómo se hace.
—Pues lo inventas —le urgió Jimmy, cuyo rostro cordial se había tensado
súbitamente—. Tú eres el escritor, y tendrás que ser el oficiante. Y date prisa, por
Dios. Creo que va a suceder algo. ¿No lo percibes?
Claro que Ben lo percibía. Como si algo estuviera formándose en la lenta
penumbra purpúrea, algo todavía invisible, pero denso y eléctrico. La boca se le había
secado, y tuvo que humedecerse los labios antes de poder hablar.
—En nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y de la Virgen María —
añadió—. Bendigo esta cruz y...
Las palabras acudieron a sus labios con súbita y misteriosa seguridad.
—El Señor es mi pastor —salmodió, y sus palabras resonaron en el cuarto como
piedras que cayeran en la profundidad de un lago, hundiéndose hasta desaparecer sin
alterar la superficie—. Nada me ha de faltar. Él me lleva a pacer en las verdes
praderas. Él me guía más allá de las aguas inmóviles. Él reconforta mi alma.
La voz de Jimmy se le unió en la recitación.
—La fuerza de Su nombre me guía por la senda del bien. Y aunque marche por el
valle de las sombras, no temeré el mal...
Les resultaba difícil respirar. Ben se dio cuenta de que se le había puesto la carne
de gallina, y el vello de la nuca había empezado a erizársele.
—Tu báculo y Tu cayado me consuelan. Tú preparas la mesa para mí en presencia
de mis enemigos; Tú unges de aceite mi cabeza y haces desbordar mi copa. La
bondad y la misericordia podrán...
La sábana que cubría el cuerpo de Marjorie Glick empezó a estremecerse. Una
mano asomó por debajo y los dedos empezaron una torpe danza en el aire,
retorciéndose y girando.
—Cristo, ¿es posible lo que estoy viendo? —susurró Jimmy. Su rostro se había
puesto pálido hasta el punto de que las pecas se destacaban como salpicaduras en el
cristal de una ventana.
—...acompañarme hasta el término de mis días —concluyó Ben—. Jimmy, mira
la cruz.
La cruz resplandecía, derramándole sobre la mano un fantástico torrente de luz.
Una voz lenta y ahogada habló en medio del silencio, con la aspereza de
fragmentos de porcelana rota:
—¿Danny?
Ben sintió que la lengua se le pegaba al paladar. El cuerpo que había bajo la
www.lectulandia.com - Página 246