Page 306 - El Misterio de Salem's Lot
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venido por la noche, habría tenido el mayor placer en recibiros personalmente.
              Sin embargo, como sospechaba que podríais preferir haceros presentes durante
              el día, me pareció mejor no estar.

                  Os  he  dejado  una  pequeña  prenda  de  mi  aprecio;  alguien  muy  próximo  y
              querido para uno de vosotros está ahora en el lugar donde yo pasaba mis días
              hasta  que  decidí  que  otro  refugio  podría  resultarme  más  simpático.  Es  una

              muchacha  encantadora,  señor  Mears,  muy  apetitosa,  si  me  permite  usted  la
              pequeña broma. Como ya no la necesito, os la he dejado para que con ella os
              vayáis entusiasmando para lo que vendrá después. Para abriros el apetito, si os

              parece.  Así  veremos  qué  tal  os  sienta  el  aperitivo  antes  del  plato  fuerte  que
              esperáis hallar, ¿verdad?
                  Jovencito Petrie, tú me privaste del servidor más fiel e ingenioso que haya

              tenido jamás. De manera indirecta, hiciste que me convirtiera en causante de su
              ruina,  al  dar  motivo  para  que  mis  propios  apetitos  me  traicionaran.

              Indudablemente, le atacaste por la espalda. Me causará un gran placer vérmelas
              contigo. Aunque creo que empezaré por tus padres, esta noche... o mañana por la
              noche... ya veremos. En cuanto a ti, entrarás a integrar el coro de niños de mi
              iglesia como castratum.

                  Bien,  el  padre  Callahan,  veo  que  le  persuadieron  de  que  viniera.  Me  lo
              imaginaba.  Desde  mi  llegada  a  Salem's  Lot  le  he  observado  con  cierto

              detenimiento...  como  un  buen  jugador  de  ajedrez  estudia  las  partidas  de  su
              contrincante, ¿no es eso? Sin embargo, ¡la Iglesia católica no es el más antiguo
              de  mis  contrincantes!  Yo  era  ya  viejo  cuando  ella  era  joven,  cuando  sus
              miembros se ocultaban en las catacumbas de Roma y se pintaban peces en el

              pecho para distinguirse entre ellos. Yo era fuerte cuando ese estúpido club de
              comedores de pan y bebedores de vino que veneran al salvador de las ovejas era

              débil.  Mis  ritos  eran  milenarios  cuando  los  ritos  de  su  Iglesia  aún  no  habían
              nacido.  Pero  no  la  subestimo.  Conozco  los  caminos  del  bien  tanto  como  los
              caminos del mal. Y no estoy saciado.
                  Y os venceré. ¿Cómo?, preguntáis. ¿Acaso Callahan no lleva el símbolo de

              la  Pureza?  ¿Acaso  él  no  se  mueve  de  día  tanto  como  de  noche?  ¿No  hay
              encantamientos  y  pócimas,  tanto  cristianos  como  paganos,  de  los  que  mi

              excelente amigo Matthew Burke os ha puesto al tanto para defenderos de mí y
              de mis compatriotas? Sí, sí y sí. Pero yo he vivido más tiempo que vosotros. Yo
              no soy la serpiente, soy el padre de las serpientes.

                  Así  y  todo,  decís,  eso  no  es  suficiente.  Pues  claro  que  lo  es.  Finalmente,
              padre Callahan, quiero decirle que usted solo se destruirá. Su fe en la Pureza es
              blanda y débil y cuando habla de amor se trata de una presunción por su parte.

              Sólo cuando habla de la botella está bien informado.




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