Page 57 - El Misterio de Salem's Lot
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costados, como si montara un caballo, y se afirmó. Los dos estaban cubiertos de
polvo, pero la situación de Richie era peor. Tenía la cara roja y tensa, los ojos se le
salían de las órbitas, y un rasguño le cruzaba la mejilla.
Intentó sacudirse de los hombros a Mark, pero éste volvió a doblarle el brazo
hacia arriba.
Esta vez lo de Richie no fue un grito sino un aullido.
—Di me rindo, o por Dios que te lo rompo.
A Richie se le había salido la camisa de los pantalones y sentía ardor en la
barriga.
Empezó a sollozar y a retorcer los hombros, pero el maldito maricón seguía
encima de él. Sentía el antebrazo como de hielo, y un intenso fuego en el hombro.
—¡Bájate de ahí, hijo de puta! ¡Así no se pelea!
—Di me rindo.
—¡No! —Perdió el equilibrio y cayó boca abajo en el polvo.
El dolor le paralizaba el brazo y tenía tierra en la boca y los ojos. Agitó las
piernas, indefenso. Había olvidado que era enorme. Había olvidado cómo temblaba el
suelo bajo sus pies cuando caminaba. Había olvidado que cuando fuera mayor
fumaría Camel, como su padre—. ¡Me rindo! ¡Me rindo! —gritó con la sensación de
ser capaz de seguir gritando horas, con tal que le soltaran el brazo.
—Di soy un mierda.
—¡Soy un mierda! —masculló Richie tragando polvo.
—Está bien.
Mark le soltó y se puso fuera de su alcance mientras Richie se levantaba. Le
dolían los muslos y esperaba que a Richie ya no le quedaran ganas de pelea.
Richie se levantó y miró alrededor. Nadie le devolvió la mirada. Todos se dieron
la vuelta hacia Mark. Y aquel apestoso de Glick estaba junto al maricón y le miraba
como si fuera una especie de Dios.
Richie se quedó solo; apenas podía creer con qué rapidez la ruina se había abatido
sobre él. Tenía la cara sucia, salvo donde se la habían limpiado sus propias lágrimas
de furia y humillación. Pensó en arrojarse de nuevo sobre Mark Petrie, pero la
vergüenza y el miedo, sensaciones nuevas, resplandecientes y enormes, no se lo
permitieron. Sucio bastardo, pensó, si alguna vez consigo sorprenderte y derribarte...
Pero ese día no. Dio media vuelta y se alejó cabizbajo.
Una de las chicas rió con un timbre alto y burlón que se elevó con cruel claridad
en el aire de la mañana. Richie Boddin no levantó los ojos para ver quién se atrevía a
reírse de él.
10
11.15 h.
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