Page 112 - La iglesia
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Ella le clavó una mirada difícil de olvidar. Una lágrima solitaria y espesa
surcó su mejilla hasta precipitarse sobre su pantalón. Juan Antonio la vio caer
a cámara lenta, desconcertado, sin saber qué estaba pasando.
—¿Y los niños? —preguntó, con un nudo en la garganta.
—Les he mandado a su cuarto —dijo Marta, agachando la cabeza de
nuevo—. Cierra la puerta.
Juan Antonio obedeció como un autómata.
—Marta, por favor, ¿qué ha pasado?
—Échame el aliento.
Las palabras sonaron más a orden que a petición. En lugar de hacer lo que
su mujer le había pedido, Juan Antonio trató de justificarse.
—¿El aliento? Marta, he estado con Alfonso Bilbao, el arquitecto,
tomando una copa en el bar de debajo de la oficina. Me ha encargado la
reforma de un chalet en Loma Margarita…
Ella soltó una risita amarga.
—Encima mentiroso…
Juan Antonio no dio crédito a sus oídos. En casi dos décadas, esta era la
primera vez que Marta le ponía en duda. La balsa de aceite de su matrimonio
se había convertido, de la noche a la mañana, en un mar siniestro y
embravecido. Cuando estaba a punto de reemprender su defensa, ella se
levantó de un brinco de la cama y le habló con una furia contenida que dejaba
claro que hacía esfuerzos sobrehumanos para no ponerse a gritar:
—¡Te he visto, joder, te he visto!
—Pero…, ¿me has visto dónde?
—En el Bache, cogido de la mano de una rubia, delante de todo el mundo.
—La expresión de Marta mezcló asco y desprecio a partes iguales—. ¡Joder,
si me pones los cuernos al menos podrías ser más discreto!
—¡Ah, Leire! —exclamó Juan Antonio, aliviado; así que Marta había sido
la presencia oculta que había sentido espiándole a través de la ventana del
mesón—. Es la novia de Maite Damiano —dijo, como si eso lo explicara
todo—. Es lesbiana, Marta. Me llamó porque quería contarme algo sobre
Maite…
—Te conozco desde hace diecinueve años —le interrumpió—. Recuerdo
cómo me mirabas al principio y he reconocido esa mirada en El Bache. Y tu
hija —añadió—, tu hija estaba conmigo y conocía el nombre de esa zorra.
¿Sabes lo que me dijo cuando os vio? —El arquitecto guardó silencio,
esperando el penalti imparable que batiría la portería de su credibilidad—.
«Se llama Leire, mamá. —Marta imitó una voz infantil mientras repetía las
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