Page 34 - Las ciudades de los muertos
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Le conté que me había encontrado con una de ellas en el Valle de los Reyes,
cazando «su» escarabajo.
—¿Lo ve usted? Son mujeres del diablo —exclamó con sorprendente amargura
—. Zorras.
Me divertía tanto apasionamiento.
—¿Porque coleccionan escarabajos?
—Porque van en público sin velos. Son prostitutas.
Me eché a reír.
—Bueno, si te sirve de consuelo, te diré que no eres el único que piensa así.
Poco rato después, en la ciudad, me enteré de lo ocurrido, que era
sorprendentemente simple. Un joven mendigo se había acercado a las dos monjas
para pedirles una limosna, lo cual es muy habitual en Egipto. Dar una limosna supone
una bendición para el donante y regocija al que la recibe. Pero resulta que las dos
monjas decidieron no beneficiarse de la bendición y una de ellas golpeó al chico, con
bastante fuerza. El pobre recibió un corte en el rostro, cerca del ojo, y tuvieron que
llevarlo al doctor. Las monjas insistían con grosera energía en que el ofensor había
sido el chico y ellas las ofendidas. Supongo que deben de estar en Egipto realizando
alguna labor misionera, pero no creo que consigan convertir a muchos si actúan
siempre de ese modo.
Para mi sorpresa, me encontré con Birgit paseando por la ciudad, sola.
—Buenos días, Birgit.
Me dedicó una sonrisa.
—No deberías estar aquí sin escolta. ¿Dónde está tu tío?
—Me dijo que no tendría problema alguno y que el supuesto peligro que existía
en la ciudad no era más que una mentira que vosotros contáis a los turistas.
—Tu tío resulta a veces muy presuntuoso, ¿verdad?
Birgit había presenciado el incidente con las monjas y me dio su versión del
asunto.
—La verdad, daba bastante miedo. Maldecían como bastardos. Me quedé atónita.
—Los improperios son una parte esencial del vocabulario árabe.
—No me refiero a los egipcios sino a las monjas. Maldecían como oficiales
alemanes, como el tío Rolf, ayer noche, cuando desenvolvió la momia.
—¿La desenvolvió?
Birgit asintió.
—Estaba excitado como un niño y convencido de que estaría llena de oro y joyas.
Pero cuando sacó el último vendaje, descubrió que no había nada, salvo un pequeño
amuleto con forma de halcón. Se puso tan furioso que destrozó la momia, que, por
cierto, estaba deformada. Todos los músculos estaban como anudados o retorcidos.
No sé cómo describirlo.
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