Page 106 - La máquina diferencial
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llevó a Noel fuera de la oficina.
               —Lo felicito por su ascenso, señor Reeks —dijo Mallory.
               —Gracias, señor —respondió Reeks. Abrió la carpeta y luego se colocó sobre la

           nariz unos quevedos sujetos por una cinta—. Y gracias por este gran descubrimiento.
           ¡Aunque debo decir que es todo un reto para la escala de nuestra institución! —Dio
           unos golpecitos en una hoja de papel cuadriculado de tamaño folio.

               Mallory estudió el esbozo, un plano de la sala central del museo, con el esqueleto
           del leviatán superpuesto. —¿Dónde está el cráneo? —preguntó.
               —El cuello se extiende por completo hasta el vestíbulo —dijo Reeks con orgullo

           —. Tendremos que mover varias vitrinas...
               —¿Tiene una sección?
               Reeks la sacó del fajo de esbozos. Mallory la examinó con el ceño fruncido.

               —¿Qué autoridad emplea para esta disposición anatómica?
               —Hasta  la  fecha  disponemos  de  muy  pocos  artículos  publicados  sobre  esta

           criatura  —replicó  Reeks,  herido—.  El  más  extenso  y  completo  es  el  del  doctor
           Foulke, en las Actas del mes pasado. —Le tendió la revista que llevaba en la carpeta.
               Mallory la apartó a un lado.
               —Foulke ha distorsionado por completo la naturaleza del espécimen.

               Reeks parpadeó.
               —La reputación del doctor Foulke...

               —¡Foulke es un uniformista! Era el hombre que Rudwick tenía en el gabinete,
           uno de sus mejores aliados. El artículo de Foulke es una sarta de absurdos. ¡Afirma
           que la bestia era de sangre fría y semiacuática! Que comía plantas acuáticas blandas y
           se movía con lentitud...

               —Pero  una  criatura  de  este  inmenso  tamaño,  doctor  Mallory,  ¡de  este  enorme
           peso...! Parecería que una vida en el agua, solo para sostener la masa...

               —Ya  veo  —lo  interrumpió  Mallory.  Luchó  por  recuperar  la  compostura.  No
           servía de nada molestar al pobre Reeks: aquel hombre era un funcionario con poca
           información y buenas intenciones—. Eso explica por qué han hecho que su cuello se
           estire  sin  fuerzas,  casi  al  nivel  del  suelo.  Y  también  explica  las  articulaciones  de

           lagarto, no, de anfibio, de las patas.
               —Sí,  señor  —respondió  Reeks—.  Uno  se  lo  imagina  recolectando  plantas

           acuáticas con ese largo cuello, ¿ve?, sin que apenas necesite mover su gran cuerpo
           mucha  distancia,  ni  tampoco  con  gran  velocidad.  Salvo  quizá  para  alejarse  por  el
           agua  de  algún  depredador,  si  es  que  había  algo  lo  bastante  hambriento  para

           emprenderla contra semejante monstruo.
               —Señor Reeks, esta criatura no era una salamandra grande de cuerpo blando. Ha
           sido  usted  víctima  de  un  grave  malentendido.  Esta  criatura  era  como  un  elefante

           moderno, como una jirafa, pero a una escala mucho más grande. Evolucionó para




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