Page 119 - La máquina diferencial
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El tictac y los chisporroteos de toda aquella relojería monstruosa ahogaron sus
           palabras.
               Dos  hombres,  bien  vestidos  y  silenciosos,  estaban  absortos  en  su  trabajo  en  la

           biblioteca. Se inclinaban juntos sobre un gran álbum cuadrado de placas coloreadas.
               —Por favor, tome asiento —dijo Tobias.
               Mallory  se  sentó  ante  una  mesa  de  la  biblioteca,  en  una  silla  giratoria  de  arce

           montada sobre ruedas de caucho, al tiempo que Tobias seleccionaba un archivador. El
           joven se sentó enfrente de Mallory y ojeó las tarjetas. De vez en cuando hacía una
           pausa para mojar un dedo enguantado en un pequeño contenedor de cera de abeja.

           Recuperó un par de tarjetas.
               —¿Eran estas sus solicitudes, señor?
               —Yo  rellené  unos  cuestionarios  de  papel.  Ustedes  han  trasladado  todo  eso  al

           formato mecánico, ¿no?
               —Bueno,  Criminología  Cuantitativa  recibió  las  solicitudes  —respondió  Tobias

           entrecerrando los ojos—. Pero tuvimos que enviarlas a Antropometría criminal. Esta
           tarjeta se ha usado mucho, ya se ha hecho buena parte del trabajo de clasificación. —
           Se levantó de repente y cogió un cuaderno de hojas sueltas, una guía de chasqueador.
           Comparó una de las tarjetas de Mallory con algún ideal que aparecía en el libro. Su

           expresión era de desdén distraído.
               —¿Completó los formularios del todo, señor?

               —Eso creo —se defendió Mallory.
               —Altura del sospechoso —murmuró el muchacho—, envergadura... Longitud y
           anchura de la oreja izquierda, pie izquierdo, antebrazo izquierdo, índice izquierdo.
               —Proporcioné  mis  mejores  cálculos  —respondió  Mallory—.  ¿Por  qué  solo  el

           lado izquierdo, si me permite preguntarlo?
               —Está  menos  afectado  por  el  trabajo  físico  —dijo  Tobias  distraído—.  Edad,

           coloración  de  la  piel,  pelo,  ojos.  Cicatrices,  marcas  de  nacimiento...  Ah,  ahí  está:
           deformidades.
               —El hombre tenía un bulto en un lado de la frente —dijo Mallory.
               —Plagiocefalia frontal —indicó el muchacho tras comprobar el libro—. Es poco

           frecuente, y por eso me chocó. Pero eso debería ser útil. Son muy puntillosos con los
           cráneos  en  Antropometría  Criminal.  —Tobias  sacó  las  tarjetas,  las  metió  por  una

           ranura  y  tiró  de  la  cuerda  de  una  campana.  Se  oyó  un  fuerte  ruido  metálico.  Un
           momento después llegó un chasqueador a buscar las tarjetas.
               —¿Y ahora qué? —preguntó Mallory.

               —Esperamos a que las giren —dijo el muchacho.
               —¿Cuánto tiempo?
               —Siempre lleva el doble de lo que usted cree —respondió el chico mientras se

           acomodaba en su silla—. Incluso si dobla su cálculo. Es una especie de ley natural.




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