Page 184 - La máquina diferencial
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chico.
               —Estás herido, hijo. Necesitas ayuda. —Fraser y Mallory se inclinaron sobre el
           joven.

               —¡Socorro!  —chilló—.  ¡Ayudadme,  mi  banda!  Mallory  se  dio  la  vuelta  para
           mirar.  Quizá  se  podría  enviar  a  uno  de  los  chicos  a  buscar  ayuda.  Un  reluciente
           fragmento  triangular  de  cristal  surgió  entonces  de  la  bruma  y  alcanzó  a  Fraser  en

           plena espalda. Un espasmo recorrió al sorprendido policía.
               Pantera Bill se irguió con cierto esfuerzo hasta colocarse a cuatro patas, y luego
           se incorporó de un salto sobre sus pies rodantes. Se oyó entonces el ruidoso estallido

           de otro escaparate cercano, el tintineo musical del cristal y los gritos alborozados.
               La esquirla de vidrio sobresalía de forma espantosa de la espalda de Fraser. La
           tenía incrustada.

               —¡Van a matarnos! —exclamó Mallory mientras tiraba del brazo de Fraser. Tras
           ellos,  los  cristales  estallaban  como  bombas.  Algunos  salían  volando  a  ciegas  y  se

           estrellaban  contra  las  paredes,  otros  caían  en  cascada  desde  el  parteluz  de  sus
           escaparates.
               —Por todos los diablos... —murmuró Fraser. El grito de Pantera Bill resonó entre
           la niebla.

               —¡A por el tesoro, mis entusiastas! ¡A por el tesoro!
               —Apriete los dientes —dijo Mallory. Dobló el pañuelo para protegerse la mano y

           extrajo el fragmento de la espalda. Para gran alivio suyo salió de una pieza. Fraser se
           estremeció.
               Mallory  lo  ayudó  con  cuidado  a  quitarse  la  chaqueta.  La  sangre  le  había
           manchado la camisa hasta la cintura, aunque no parecía tan grave como podría haber

           sido. La esquirla había alcanzado la correa de gamuza de la pistolera del policía, que
           alojaba una pequeña y compacta avispera.

               —Su pistolera contuvo la mayor parte —dijo Mallory—. Tiene un corte, pero no
           es  profundo.  No  ha  atravesado  las  costillas.  Pero  tenemos  que  detener  esa
           hemorragia...
               —La  comisaría  —asintió  Fraser—.  Kings  Road  West.  —Se  había  puesto  muy

           pálido.  Un  nuevo  estrépito  de  cristales  resonó  a  lo  lejos,  tras  ellos.  Se  alejaron
           rápidamente. Fraser sufría con cada paso que daba.

               —Será mejor que se quede conmigo —dijo—, que pase la noche en la comisaría.
           La situación ha empeorado mucho.
               —Claro —dijo Mallory—. Usted no se preocupe.

               —Hablo en serio, Mallory.
               —Desde luego.
               Dos horas más tarde, Mallory se encontraba en los jardines de Cremorne.







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