Page 185 - La máquina diferencial
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El documento que se está analizando es una carta holográfica. Se ha eliminado el
           encabezamiento y la hoja se ha doblado de forma precipitada. No hay fecha, pero el
           análisis grafológico establece que es la auténtica letra de Edward Mallory, escrita a

           toda prisa y en un estado que sugiere cierta pérdida de coordinación muscular.
               El papel, de modesta calidad y muy amarillo por el paso del tiempo, es de un tipo
           de uso gubernamental común a mediados de la década de los 50 del siglo XIX.

               Lo más probable es que proceda de la comisaría de Kings Road West. El texto,
           escrito con una tinta muy desvaída y un plumín gastado por el uso, reza lo siguiente:


                       Muy señora mía:
                       No  se  lo  he  contado  a  nadie.  Pero  a  alguien  hay  que  decírselo.  La

                  conclusión es, pues, que usted debe ser mi confidente, pues no hay nadie
                  más.
                       Cuando  acepté  custodiar  su  propiedad,  lo  hice  con  toda  libertad.  Su
                  petición es una solicitud que cumplo como haría con una orden real, y sus

                  enemigos se tornan, por supuesto, los míos. Es el mayor privilegio de mi
                  vida ser su paladín.

                       Por favor, no se alarme por mi seguridad. Se lo ruego, no tome por mí
                  medida alguna que pudiera ponerla en peligro. Cualquier riesgo que haya en
                  esta batalla lo asumo con alegría, pero bien es cierto que el riesgo existe. Si

                  me aconteciera lo peor, es probable que su propiedad nunca se recuperase.
                       He examinado las tarjetas. Creo tener una vaga idea de su uso, aunque
                  están muy por encima de mis escasas habilidades con las máquinas. Si esto

                  ha resultado una impertinencia, le ruego que me perdone.
                       He envuelto fuertemente las tarjetas en capas de paño blanco y limpio y
                  las he sellado en persona dentro de un contenedor de yeso cerrado al vacío.

                  Dicho contenedor es el cráneo del espécimen de brontosauro que se halla en
                  el Museo de Geología Práctica de Jermyn Street. Su propiedad reposa ahora
                  totalmente a salvo a unos treinta pies por encima del suelo. Ni un alma lo

                  sabe, salvo usted y el más humilde servidor de su señoría,


                                                               Edward Mallory, M. R. S., M. R. S. G.






















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