Page 199 - La máquina diferencial
P. 199

—Sin duda —respondió Mallory con tono cortés. Luego se terminó la cerveza.
               —¿Sabías que la vieja lady Byron azota a su marido desnuda? La polla no se le
           levanta hasta que ella le pega en el culo con una fusta alemana, y eso me lo dijo un

           poli que estaba colado por mí. ¡Y a él se lo dijo una criada de la casa, de las que están
           arriba!
               —¿Sí?

               —En esa familia Byron son unos rijosos, pervertidos hasta los tuétanos. Ahora él
           ya es muy mayor, pero en sus tiempos mozos se follaba ovejas. Lord Byron, sí. ¡Era
           capaz de follarse un arbusto si pensaba que había una oveja dentro! Y su mujer no es

           mucho  mejor.  No  se  tira  a  otros  hombres,  pero  está  en  la  hermandad  de  las
           azotadoras.
               —Extraordinario  —dijo  Mallory—.  ¿Y  su  hija?  Hetty  no  dijo  nada  por  un

           momento. A Mallory le sorprendió la repentina gravedad de su expresión.
               —Esa es tremenda, la tal Ada. Es la puta más grande de todo Londres.

               —¿Por qué dices eso?
               —Porque se folla a quien le apetece y nadie se atreve a decir ni pío. Se lo ha
           hecho con la mitad de la Cámara de los Lores y todos le van detrás como niños. Y se
           hacen llamar sus favoritos y sus paladines, y si alguien falta a su palabra y se atreve a

           decir algo contra ella, entonces los demás se ocupan de que termine muy mal. Todos
           la rodean, la protegen y la adoran como los sacerdotes de Roma con su Virgen.

               Mallory gruñó. No era más que cháchara de putas, pero no estaba bien decirlo. Él
           sabía que lady Ada tenía sus galanes, pero pensar que permitía que los hombres la
           tomaran, que había alguien que empujaba y que se vertía, verga y coño en la cama
           matemática de la reina de las máquinas... Mejor no pensar en ello. Por alguna razón le

           daba vueltas la cabeza, como si hubiera tomado güisqui.
               —Tus conocimientos son impresionantes, Hetty —murmuró Mallory—. No cabe

           duda de que dominas los datos de tu oficio. Hetty, que había estado engullendo otra
           botella de cerveza, se echó a reír a carcajadas. La espuma le salpicó el pecho. —Oh,
           Jesús —dijo tosiendo y frotándose los pechos—. Señor, Neddie, cómo hablas. Mira lo
           que me has hecho hacer. —Perdona —dijo Mallory.

               La chica le lanzó una sonrisa grosera y tomó el cigarrillo encendido del borde de
           la cómoda.

               —Coge el trapo y dales un buen repaso —sugirió—. Apuesto a que te gustaría,
           ¿eh?
               Sin una sola palabra, Mallory se puso a la tarea. Tomó la jofaina y enjuagó la

           toalla de manos. Luego frotó los pechos con la felpa mojada, con cuidado, y después
           la curva rellena de su vientre blanco interrumpido solo por el hoyo del ombligo. Hetty
           lo  observó  con  los  párpados  bajos,  fumando  el  cigarrillo  y  tirando  las  cenizas  al

           suelo, como si su carne perteneciera a otra persona. Después de un rato le cogió en




                                        www.lectulandia.com - Página 199
   194   195   196   197   198   199   200   201   202   203   204