Page 266 - La máquina diferencial
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entre ellos. No tienen sentido alguno de la estrategia. ¡No parece haber ningún traidor
           del ejército entre esta chusma, eso seguro!
               —Esa pipa que tiene ahí es una maravilla, muchacho —opinó Fraser.

               Brian gruñó.
               —Ya  no,  señor  Fraser.  Solo  disponía  de  dos  cartuchos.  Ojalá  me  hubiera
           contenido, pero cuando vi una oportunidad tan bonita para abrir fuego enfilado tuve

           que aprovecharla.
               —Tú no te preocupes —lo tranquilizó Mallory mientras acariciaba la culata de
           nogal  del  rifle—.  Si  tuviéramos  cuatro  de  estos,  podríamos  contenerlos  toda  la

           semana.
               —¡Mis  disculpas!  —dijo  Brian—,  pero  no  voy  a  poder  realizar  demasiados
           reconocimientos activos. Estoy un poco tocado.

               Una bala perdida le había abrasado la pantorrilla. El hueso blanco asomaba por la
           herida  poco  profunda,  y  tenía  la  bota  embarrada  llena  de  sangre.  Fraser  y  Tom

           apretaron  un  trozo  de  algodón  limpio  contra  la  herida  mientras  Mallory  seguía
           vigilando con el rifle.
               —Ya basta —protestó Brian al fin—. Chicos, vais a dejar mal a lady Nightingale.
           ¿Ves algo, Ned?

               —No —respondió Mallory—. Pero los oigo maquinar algo, nada bueno.
               —Han regresado a tres puntos de reunión —anunció Brian—. Se replegaron justo

           más allá del alcance de vuestra línea de fuego, pero los desperdigué con el disparo de
           la escoria del zar. Dudo que vuelvan a lanzar un ataque sobre nosotros. Ya no tienen
           agallas para ello.
               —¿Y qué harán entonces?

               —Apostaría a que algún tipo de zapa —dijo Brian—. Adelantar unas barricadas,
           quizás algo sobre ruedas. —Escupió con la boca seca—. Maldita sea, necesito beber

           algo. No había pasado tanta sed desde Lucknow.
               —Lo siento —se disculpó Mallory.
               Brian suspiró.
               —Teníamos  un  aguador  de  lujo  en  el  regimiento,  en  la  India.  ¡Aquel  pequeño

           hindú, maldito fuera, valía más que diez de estos mamones!
               —¿Viste a la mujer? —preguntó Fraser—. ¿O al capitán Swing?

               —No. Me mantuve a cubierto y avancé con sigilo. Buscaba una clase mejor de
           arma de fuego, sobre todo algo con alcance. Y vi cosas bastante raras. Encontré el
           rifle de caza de Ned en una especie de despacho pequeño. No había ni un alma allí

           dentro,  salvo  un  tipo  pequeño  y  con  pinta  de  oficinista  que  escribía  en  una  mesa.
           Ardían un par de velas y había papeles esparcidos por todas partes. El sitio estaba
           lleno  de  armas  embaladas  para  su  exportación.  No  sé  por  qué  guardan  esos

           estupendos rifles ahí atrás, al cargo de un oficinista, mientras reparten victorias; es




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