Page 281 - La máquina diferencial
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habían empezado a desgastar la lanilla de la Axminster azul.
               Tres terminales telegráficas Colt & Maxwells, con sus bóvedas de vidrio y sus
           rollos de cinta amontonados en las cestas de alambre que descansaban sobre el suelo,

           dominaban  el  extremo  de  la  mesa  más  próximo  a  la  ventana.  Había  también  un
           transmisor por resortes y una cifradora que expedía una cinta en la que se referían las
           noticias recientes de Whitehall. Los diversos cables de estos dispositivos, envueltos

           en seda de color borgoña, ascendían serpenteando hasta un globo ocular, decorado
           con  flores,  desde  donde  descendían  luego  para  terminar  en  una  placa  de  bronce
           bruñido  que  ostentaba  la  insignia  de  la  Oficina  de  Correos,  alojada  en  el

           revestimiento de madera.
               En ese momento, uno de los terminales empezó a emitir un zumbido. Oliphant
           cruzó la mesa de un lado a otro y leyó el mensaje a medida que iba saliendo de la

           base de caoba.

                       Muy atareado con asuntos personales pero sí pase STOP

                       Wakefield FIN


               Bligh entró con una bandeja de cordero en rodajas y pepinillos.
               —Le traigo una botella de cerveza, señor —dijo mientras ponía un mantel y unos
           cubiertos de plata sobre una sección de la mesa que se mantenía despejada con este

           único fin.
               —Gracias, Bligh. —Oliphant levantó con las yemas de los dedos el mensaje de
           Wakefield y luego volvió a dejarlo caer sobre la cesta de alambre.

               Bligh sirvió la cerveza y se marchó con la bandeja y la botella de cerámica vacía.
           Oliphant llevó la silla de oficina hasta allí y se sentó frente al cordero con pepinillos
           Branston.

               En  mitad  de  su  solitaria  cena,  lo  sobresaltó  el  traqueteo  de  uno  de  los  tres
           terminales. Dirigió la mirada hacia allí y vio que la cinta de la máquina de la derecha
           empezaba  a  desplegarse.  La  de  la  izquierda,  donde  había  llegado  la  invitación  de

           Wakefield, era su máquina personal. La de la derecha la utilizaban sus subordinados,
           normalmente  Betteridge,  o  Fraser,  para  informarle  de  asuntos  policiales.  Dejó  el
           cuchillo sobre la mesa y se levantó.

               Leyó el mensaje a medida que iba saliendo de la ranura de bronce.


                       RE F B se requiere su presencia de inmediato STOP
                       Fraser FIN


               Sacó  el  reloj  de  pulsera  alemán  de  su  padre  para  consultar  la  hora.  Volvió  a
           guardarlo  y  tocó  el  vidrio  que  rodeaba  el  terminal  del  telégrafo  central.  No  había
           recibido ningún mensaje desde la muerte del último primer ministro.






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