Page 130 - Tito - El martirio de los judíos
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Me abalancé y una flecha me desgarró el muslo, forzándome a
arrodillarme.
Pensé, en aquel instante, que Dios no quería que matara y me estaba
obligando a rezarle de rodillas.
Lo hice en el momento en que Tito cargaba contra los judíos a la cabeza
de los jinetes de élite de las legiones.
Parecía estar segando los cuerpos con la espada, y doce cayeron,
cercenados por su filo. Los judíos retrocedieron y regresaron a su
ciudad.
Entonces vi a Tito acercarse a algunos presos judíos, en su mayoría
heridos y rodeados por legionarios con la espada lista para el degüello.
Tito tendió el brazo hacia uno de aquellos judíos, el más alto y orgulloso.
Dio una orden al centurión.
Éste agarró al prisionero mientras unos carpinteros montaban con
rapidez una cruz. Cerré los ojos.
Cuando los volví a abrir, el judío estaba clavado en la cruz alzada frente
a la muralla.
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