Page 180 - Tito - El martirio de los judíos
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Había pues que restablecer el orden, evitar todo tipo de división. Eso
                Tito lo había entendido.

                Sin embargo, en el mes de mayo, cuando los vientos invernales dejaron
                de horadar el mar, sentí preocupación al verlo embarcarse en un
                trirreme junto con Berenice.

                ¿Aceptaría Roma a una reina judía, ya fuera esposa o simple concubina
                del hijo y ya nominado sucesor del emperador?


                Yo sólo era un caballero. Tras haber mandado atarle las muñecas y
                trabarle los tobillos sin apretar demasiado los nudos, conduje a Leda
                ben Zacarías por la pasarela de la nave que debía llevarme a Roma.






































































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