Page 123 - Aldous Huxley
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De nuevo la irritación se había deslizado en el tono de su voz. ¿Con qué le salía ahora?
-Se unen para siempre. Prometen vivir juntos para siempre.
-¡Qué horrible idea!
Lenina se sentía sinceramente disgustada.
-Sobreviviendo a la belleza exterior, con un alma que se renueva más rápidamente de lo
que la sangre decae...
-¿Cómo?
-También así lo dice Shakespeare. Si rompes su nudo virginal antes de que todas las
ceremonias santificadoras puedan con pleno y solemne rito ...
-¡Por el amor de Ford, John, no digas cosas raras! No entiendo una palabra de lo que
dices. Primero me hablas de aspiradoras; ahora de nudos. Me volverás loca. -Lenina
saltó sobre sus pies, y, como temiendo que John huyera de ella físicamente, como le
huía mentalmente, lo cogió por la muñeca-. Contéstame a esta pregunta: ¿me quieres
realmente? ¿Sí o no?
Se hizo un breve silencio; después, en voz muy baja, John dijo:
-Te quiero más que a nada en el mundo.
-Entonces, ¿por qué demonios no me lo decías -exclamó Lenina; y, su exasperación era
tan intensa que clavó las uñas en la muñeca de John en lugar de divagar acerca de
nudos, aspiradoras y leones y de hacerme desdichada durante semanas enteras?
Le soltó la mano y lo apartó de sí violentamente.
-Si no te quisiera tanto -dijo-, estaría furiosa contigo.
Y, de pronto, le rodeó el cuello con los brazos; John sintió sus labios suaves contra los
suyos. Tan deliciosamente suaves, cálidos y eléctricos que inevitablemente recordó los
besos de Tres semanas en helicóptero. ¡Oooh! ¡Oooh!, la estereoscópica rubia, y
¡Aaah!, iaaah!, el negro super-real. Horror, horror, horror... John intentó zafarse del
abrazo, pero Lenina lo estrechó con más fuerza.
-¿Por qué no me lo decías? -susurró, apartando la cara para poder verle.
Sus ojos aparecían llenos de tiernos reproches.
Ni la mazmorra más lóbrega, ni el lugar más adecuado -tronaba poéticamente la voz de
la conciencia-, ni la más poderosa sugestión de nuestro deseo. ¡Jamás, jamás!, decidió
John.
-¡Tontuelol -decía Lenina-. ¡Con lo que yo te deseaba! Y si tú me deseabas también,
¿por qué no ... ?