Page 161 - Aldous Huxley
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Díganos también algo acerca de la Civilización. Ya sabe. Lo que yo opino de la
muchacha civilizada. Sólo unas palabras...
El Salvaje obedeció con desconcertante exactitud. Sólo pronunció cinco palabras, ni una
sola más; cinco palabras, las mismas que habían dicho a Bernard a propósito del
Archichantre Comunal de Canterbury.
-Hánil, sons éso tse-ná!
Y agarrando al periodista por los hombros, le hizo dar media vuelta (el joven se reveló
apetitosamente provisto de materia carnosa en el trasero), tomó puntería y, con toda la
fuerza y la precisión de un campeón de fútbol, soltó un puntapié prodigioso.
Ocho minutos más tarde, una nueva edición de El Radio Horario aparecía en las calles
de Londres. Un periodista de El Radio Horario recibe de Mr. Salvaje un puntapié en el
coxis, decía el titular de la primera página. Sensación en Surrey.
Y sensación en Londres, también, pensó el periodista a su vuelta, cuando leyó estas
palabras. Y, lo que era peor, una sensación muy dolorosa. Tuvo que tomar asiento con
mucha cautela, a la hora de almorzar.
Sin dejarse amedrentar por la contusión preventiva en el coxis de su colega, otros cuatro
periodistas, enviados por el Times de Nueva York, El Continuo de Cuatro dimensiones
de Francfort, El Monitor Científico Fordiano y El Espejo Delta visitaron aquella tarde
el faro y fueron recibidos con progresiva violencia.
Desde una distancia prudencial, y frotándose todavía las doloridas nalgas, el periodista
de El Monitor Científico Fordiano gritó:
-¡Pedazo de tonto! ¿Por qué no toma un poco de soma?
-¡Fuera de aquí! -contestó el Salvaje.
El otro se alejó unos pasas, y se volvió.
-El mal se convierte en algo irreal con un par de gramos.
-Kohakwa iyathtokyai !
-El dolor es una ilusión.
-¿Ah, sí? -dijo el Salvaje.
Y agarrando una gruesa vara avanzó un paso.
El enviado de El Monitor Científico Fordiano echó a correr hacia su helicóptero.
A partir de aquel momento el Salvaje gozó de paz por un tiempo. Llegaron unos cuantos
helicópteros que volaron por encima de la torre, inquisitivamente. John disparó una
flecha contra el que más se había acercado. La flecha traspasó el suelo de aluminio de la