Page 180 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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180 EL MUNDO HELENÍSTICO
ron las estateras de Filipo y dispondrían, en adelante, de un monedaje de
oro de buena ley que, junto a las piezas marsellesas, constituiría el instru
mento monetario esencial. Hacia finales del siglo II, tales monopolios fue
ron disminuyendo ante la difusión del metálico romano y, sobre todo, an
te la aparición de monedas locales, realizadas por pueblos de la periferia
que acuñaban oro o plata. No fue hasta el siglo I cuando las emisiones de
oro, plata y, más tarde, bronce se generalizaron entre la mayoría de los
pueblos. Breves inscripciones en caracteres griegos o latinos nos han pro
porcionado los nombres de pueblos, de dinastas o de magistrados respon
sables de la moneda. Con el discurrir del tiempo y la difusión territorial, la
imitación de los prototipos, que ya no eran bien comprendidos, degeneró:
los elementos se disociaban y, por ejemplo, el cuerpo y las patas de un ca
ballo se representaban por separado. Hubo también una adaptación a las
creencias locales, patente en la presencia de numerosos símbolos mitoló
gicos que alcanzaron extrañas deformaciones, especialmente en Armórica,
donde motivos fantasmagóricos tal vez correspondan a mitos celtas que re
aparecerán en las epopeyas irlandesas de la Edad Media. Ninguno de los
innumerables pueblos bárbaros que copiaron las piezas helenísticas lo hi
cieron con tanta libertad, fantasía y desdén por la belleza clásica.
En este punto, es conveniente señalar los límites del helenismo en el
mundo céltico. Seducidos por las obras maestras griegas, los galos las imi
taron, pero su adaptación fue muy libre, guiada siempre por su propio ta
lante, heredero de la geometría abstracta de la Europa primitiva. Además,
su espíritu, extremadamente flexible, era, al mismo tiempo, sensible a
otros influjos, a veces muy lejanos: los motivos estilizados de los escitas o
los animales heráldicos de Irán. Las aportaciones etruscas no son menos
considerables: en contacto con ellos, los galos de la Cisalpina, y después los
de la Galia, empezaron a construir oppida, pese a que, al menos en el ám
bito artístico, Etruria transmitía un mensaje griego ya asimilado.
Los celtas se dejaron impregnar por un profundo helenismo en las re
giones más próximas al Mediterráneo, bajo la influencia cercana de Marse
lla y de sus colonias, y en la regiones en las que su arte, debilitado por el con
tacto con pueblos anteriores, como los ligures o los íberos, era menos puro.
La Marsella helenística
Marsella siguió siendo poderosa. Durante la segunda guerra púnica
fue la más fiel aliada de Roma, con la que mantenía excelentes relaciones