Page 181 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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MÁS  ALLÁ  DE  LAS  FRONTERAS  POLITICAS  181

     desde hacía ya mucho tiempo.  En  el siglo  II,  Roma la recompensó en­
     viando sus tropas a defenderla de los celta-ligures y dotándola de un vas­
     to territorio, tomado a sus enemigos a lo largo del litoral, pues, hasta en­
     tonces, sólo disponía de un extrarradio muy limitado. Habría que esperar
     a su errónea elección en el conflicto entre César y Pompeyo para que per­
     diese su libertad y, en el año 49, fuera anexionada al Imperio.
         La constitución de Marsella era aristocrática, con un consejo de 600
     timucas y dos delegaciones más restringidas de 15 y 3 miembros, respec­
     tivamente. Un hecho notable es la ausencia de una asamblea del pueblo.
     Pero no había crisis social, porque los ricos no eran grandes terratenien­
     tes. Las costumbres mantenían una severidad secular, en una ciudad siem­
     pre en vilo y cuya organización militar era rigurosa debido a la amenaza
     bárbara. Los espectáculos de mimo estaban prohibidos, así como los cul­
     tos orientales y las dotes que sobrepasaban las 100 piezas de oro. Una fu­
     ribunda adhesión a un helenismo a menudo en peligro mantenía las cos­
     tumbres añejas: el largo vestido colgando hasta el suelo a la manera jónica
     seguía estando de moda, de ahí las injustas acusaciones contra las tradi­
     ciones marsellesas. En realidad, reinaba una austera gravedad, muy sor­
     prendente para un gran puerto como aquél.
         Los cultos esenciales seguían siendo los de Apolo Délfico, Artemisa
     de Efeso y Atenea, aunque también se ha encontrado una estatuilla de
     Hécate y, en una cueva cercana, gran cantidad de pequeños vasos ofre­
     cidos, sin duda, a una ninfa de las montañas. Los cuentos eran aprecia­
     dos, uno de los cuales tal vez sobreviviese en el Tozaris de Luciano de Sa­
     mosata. Las representaciones dramáticas ocupaban un lugar de honor,
     puesto que se erigió un teatro. Florecieron las técnicas, especialmente la
     construcción de navios y máquinas de guerra: los lugartenientes de Cé­
     sar tendrían motivos de sobra para quejarse de las catapultas marselle­
     sas. La escuela de medicina fue famosa hasta bien entrada la época ro­
     mana. Pero las artes siguieron siendo el punto flaco: Estrabón no admiró
     más construcción que la de las murallas; Vitruvio afirmaba que las casas
     estaban cubiertas de adobe; los exvotos eran muy toscos, y los vasos que
     se cocían eran de un tipo de vajilla corriente.



         Tras el eclipse de los siglos V-IV, la vida económica recuperó toda su
     vitalidad con la reapertura  (¿finales del siglo IV?)  de la vía del Ródano
     como ruta internacional del estaño que, procedente de las Casitérides,
     alcanzaba de nuevo Marsella por los valles del Sena, del Saona y del Ró-
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