Page 186 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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186 EL MUNDO HELENÍSTICO
tratos comerciales». Justino, compilador de Trogo Pompeyo, es aún más
claro, aunque cierto énfasis retórico estropee el notable pasaje en que
exclama: «Bajo la influencia de los focenses, los galos suavizaron y aban
donaron su barbarie y aprendieron a llevar una vida más dulce, a culti
var la tierra y a rodear las ciudades con murallas, a vivir bajo el imperio
de las leyes y no bajo el imperio de las armas. El progreso fue tan bri
llante que parecía no que Grecia hubiese emigrado a la Galia, sino que
la Galia hubiese pasado a Grecia» (43,4).
íberos y celtas del Languedoc-Rosellón
Semejantes testimonios también son válidos para la región compren
dida entre el Ródano y los Pirineos, igualmente sometida al influjo de
Marsella, pero distinta desde el punto de vista étnico: los voleos, gentes
celtas, se superpusieron a los íberos, un pueblo no indoeuropeo18 bas
tante próximo, por otra parte, a los ligures, y formaron una civilización
sincrética, en la que una aristocracia celta mandaba a unos indígenas muy
vinculados a sus tradiciones, La llanura baja de Leucata, salpicada de al
buferas, en Languedoc-Rosellón (Basses-Pyrénées), estaba densamente
poblada, con oppida situados al límite de las colinas, a menudo en la bo
ca de los valles que permitían trasladar el mineral hasta el mar (cobre de
las Corbières y de la Montaña Negra por el Hérault y el Orb; estaño de las
lejanas Casitérides, que llegaba, tras un largo viaje, por el Aude, el Orb o
el Hérault), o en la vecina región de los Pirineos, donde desemboca una
ruta terrestre que transportaba los productos de la explotación de las ri
cas minas cantábras.
Los marselleses habían comerciado toda la vida con la región situa
da entre el Hérault y los Pirineos, ya que les interesaban sus recursos de
trigo y, sobre todo, de minerales. En la desembocadura del Hérault ha
bían fundado (siglo Vi) su única colonia en la Galia al oeste del Ródano:
Agathé (Agde). Las excavaciones han revelado, bajo la colina en la que
aún se encuentra la ciudad alta, una pequeña aglomeración helénica con
numerosos tiestos marselleses y campanienses y tres inscripciones grie
gas (una funeraria, una dedicatoria y una carta particular). Pero, a partir
del siglo IV, a medida que un número creciente de celtas se fueron instá
is. El euskera parece mantener estrechas relaciones, aunque no de filiación directa,
con la lengua hablada por los íberos.