Page 197 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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MÁS  ALLÁ  DE  LAS  FRONTERAS  POLÍTICAS  197

     se despreciaban las formas vulgares  del helenismo,  corruptoras  de las
     costumbres.  La censura de Emiliano era parecida a la de Catón:  Esci-
     pión declaraba al pueblo «que quería serle útil como un collar de clavos
     lo era para un perro» y expresaba su violenta desaprobación al visitar
     una escuela de danza. Se predicaba y practicaba la sencillez y la pureza:
     en los funerales de Escipión, Q. Elio Tubero ofreció una comida tan fru­
     gal que el pueblo refunfuñó. En resumen, los representantes más saga­
     ces de la aristocracia se iniciaron con ahínco en las formas más refinadas
     del helenismo y desdeñaron sus aspectos más bajos.


     El despertar de la literatura y del arte

        Conviene fijarse, sobre todo, en las formas refinadas, merced a las
     cuales Roma experimentó un prodigioso despertar.
        La literatura, hasta entonces rudimentaria, nace realmente en la se­
     gunda mitad del siglo ill. El teatro y la epopeya son los primeros en apa­
     recer. Tragedia y comedia reemplazan a las formas dramáticas primiti­
     vas, indígenas o procedentes de los etruscos o de los oscos, y recogen los
     argumentos de la literatura griega. Ello es especialmente claro en la co­
     medía costumbrista griega, la palliata (de pallium, manto griego). Lógi­
     camente, la epopeya halla su inspiración en las grandiosas luchas de Ro­
     ma y Cartago, pero todos los procedimientos  que usa  son  griegos.  El
     antiguo verso latino, el saturnio, desaparece rápidamente en beneficio
     de los metros griegos, muy variados y expresivos. Al mismo tiempo, se
     desarrolla la historia, pero los primeros analistas, Q. Fabio Pictor y L.
     Cincio Alimento, sólo son capaces de escribir en griego.
        En tal creación —que antes que nada es imitación— , el papel de los
     pueblos de la Italia helenizada, en particular de la Italia meridional, fue
     considerable.  Livio Andrónico,  un  esclavo tarentino  de  origen  griego,
     posteriormente liberto, tradujo la Odisea y escribió tragedias griegas so­
     bre el ciclo troyano (especialmente apreciado en Roma, donde el mito de
     la llegada de Eneas al Lacio se había extendido desde hacía tiempo) y co­
     medias; fundó un colegio de poetas basado en el modelo de las asocia­
     ciones griegas. Cneo Nevio, un ciudadano de origen campaniense, cantó
     la primera guerra púnica en su Pœnicum bellum y escribió tragedias y co­
     medias. El umbro Plauto compuso obras extraídas de la comedia de cos­
     tumbres o de la comedia nueva, con un lenguaje ingenioso atemperado
     con la más delicada de las poesías. Quinto Ennio, un mesapio de Calabria
     que recibió el derecho de ciudadanía, esbozó en sus Annales un inmenso
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