Page 85 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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EL  MUNDO  DE  LA  CONQUISTA:  LA  EXPLOTACIÓN  DE  LOS  REINOS  85

     te un recibo por 65.000 estacas y un tratado de viticultura copiado por
     el intendente Zenón),  plantó  árboles frutales y coniferas  «porque  son
     útiles al rey», crió grandes rebaños y levantó fábricas (tejidos: manufac­
     turas de tapices  de Milesia por las dos caras o ribeteados  de púrpura;
     curtidurías; alfarería). Para el transporte, poseía caravanas de asnos y to­
     da una flotilla. Una parte de la dorea estaba dividida en granjas, arren­
     dadas a griegos o egipcios; otra parte era cultivada por obreros agríco­
     las,  que trabajaban a las órdenes de un empresario; y, finalmente, otra
     parte más se concedía a clerucos. Es un magnífico ejemplo del aprove­
     chamiento del suelo por parte de una gran propiedad, de acuerdo con
     las teorías de la escuela de Aristóteles.
        Así pues,  los  resultados  económicos  de  dicha política  parece  que
     fueron buenos, ya que se incrementó la producción agrícola y ganadera.
     Pero,  socialmente,  no  se  había hecho  nada  por mejorar  la  suerte  del
     campesino, explotado entonces más duramente que en la época de los
     faraones y que, en períodos de crisis, no tenía más recurso que la anaco-
     resis, la huida ante la opresión y la iniquidad.22
        Por lo demás, los lágidas nunca entendieron que, aumentando los sa­
     larios y disminuyendo la presión sobre el mundo rural, habrían desarro­
     llado el poder adquisitivo y el comercio interior. La corriente iba en sen­
     tido único: los barcos descendían por el Nilo,  cargados de trigo, tela y
     papiros, y lo remontaban vacíos. La khora no era partícipe en absoluto de
     las comodidades, los beneficios y el humanismo del mundo griego.



     U n a so cie d ad c o lo n ial

        La sociedad surgida de la conquista era una sociedad colonial (en el
     sentido moderno de la palabra), en que los nativos —unos ocho millo­
     nes— tenían que acarrear con los invasores macedonios o griegos —ape­
     nas un millón.
        Semejante desproporción provocaba las consecuencias habituales en
     tales casos: por parte de los grecomacedonios, reacciones defensivas para
     preservar la pureza de su civilización y,  a pesar de ello,  una progresiva
     orientalización, especialmente visible en el ámbito religioso; por parte de
     los  nativos,  reacciones  nacionalistas  para  preservar  sus  costumbres  y
     creencias y, a pesar de ello, la aparición de una élite helenizada por interés.

        22.  Sobre la anacoresis, véase la pág. 94.
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