Page 88 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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8 8 EL MUNDO HELENÍSTICO
Quizá por primera vez en la historia, la figura de un gran capitalista apa
rece con rotunda claridad. El dinero, que era su primer objetivo, no bas
taba: pensaba también en su prestigio, en su gloria. Rodeado de una
auténtica corte de clientes y criados, vivía como un gran señor ecléctico
y filantrópico, generoso con los dioses, ya fueran griegos o egipcios, y ge
neroso con los hombres que recurrían a su omnipotencia.
El mismo informe descubre también la figura de Zenón, un griego
de Caria, hombre de confianza del gran dioketes, de quien sería, sucesi
vamente, agente comercial para los asuntos de Oriente, secretario, e in
tendente en Filadelfia. Se trata de una persona culta, que pergeñaba en
un borrador notas musicales o versos de Euripide, en un griego exce
lente y vigoroso, aunque su personalidad aparece menos nítida y su de
terminación menos firme que en su patrón. Sin embargo, parece sentir
se a gusto en la administración de aquella inmensa tierra, donde todo
estaba por crear, y muy orgulloso, por lo demás, de su papel de funda
dor de una ciudad, de su misión de generar vida y prosperidad a partir
del desierto. Su tren de vida no era principesco, como el de Apolonio,
pero vivía en la opulencia, comía delicados manjares los días de fiesta y
poseía hermosos perros de caza. También él ejercía de filántropo y reci
bía cartas de sus amigos de Caria preñadas de una desprendida amistad,
que revelan a un hombre digno de su triunfo social.
Los funcionarios
El funcionario es un personaje totalmente nuevo en el mundo grie
go. Si el reino de los seléucidas padecía una manifiesta carencia de ad
ministración, no ocurría lo propio con los atálidas ni, sobre todo, con los
lágidas, que disponían de una sólida jerarquía de servidores.
El funcionario era el hombre del rey —a quien estaba ligado bajo ju
ramento— , encargado de transmitir y de hacer ejecutar su voluntad y, so
bre todo en las monarquías capitalistas, de asegurar la máxima explota
ción y de percibir las rentas. De hecho, el sistema estaba viciado por
partida triple. Por un lado, el funcionario, teóricamente designado por el
rey, lo era, en realidad, por su superior, por lo que, con el tiempo, acabó
convirtiéndose en un hombre ligio: los papiros reflejan los regalos con que
debía colmar a sus jefes para conservar su puesto. Así, con el debilita
miento de la monarquía, fue formándose una nueva feudalidad: los que
ocupaban los puestos más elevados de la jerarquía se transformaron en