Page 89 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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EL  MUNDO  DE  LA  CONQUISTA:  LA  EXPLOTACIÓN  DE  LOS  REINOS  89

      auténticos déspotas que, escasamente sujetos a la autoridad central, trata­
      ban a sus subordinados con tanta mayor altivez, menosprecio y arrogan­
      cia cuanto que dependían de ellos incluso en el plano judicial, ya que los
      funcionarios estaban sometidos a una jurisdicción administrativa especial.
         Por otra parte, el soberano creyó encontrar una garantía suplemen­
      taria en la responsabilidad financiera de los funcionarios. Mediante una
      reacción en cadena, cada cual intentaba recuperar, a través de su inme­
      diato subordinado, los caudales que debía; los de condición más baja,
      presionaban a sus administrados para conseguir el dinero a toda costa:
      todos los medios eran buenos, desde embargos y requisiciones hasta cas­
      tigos corporales. Por lo demás, la violencia engendraba violencia: en los
      papiros,  las  quejas  de los  aldeanos  contra el  arrogante menosprecio y
      los excesos de los funcionarios se corresponden con las quejas de los ins­
      pectores o recaudadores, recibidos a palos.
         Finalmente, los funcionarios  estaban  a menudo  mal informados  y
      eran poco escrupulosos. En sus informes, e incluso en los catastros, no
      dudaban en incluir cifras imaginarias, de lo que hay pruebas manifiestas.
      De hecho, se veían aplastados bajo inventarios, censos, instrucciones, or­
      denanzas. El «papiroleo» provocó el más absoluto de los desórdenes o,
      lo que es peor, un orden ficticio.
         De todos modos, no hay que dejarse abrumar por los innumerables
      testimonios sobre los perjuicios administrativos, ya que, por definición,
      los papiros sólo dejan constancia de las imperfecciones del sistema —por
      otra parte, evidentes— . También aparecen las trazas del buen funciona­
      rio ideal, escrupuloso, atento con sus superiores, generoso con sus admi­
      nistrados: heredero tanto de una clase de escriba respetable e íntegro, tra­
      dicional en Egipto, como del modelo griego de magistrado filantrópico.
      Los buenos soberanos no dejaban de recordar sus deberes a los adminis­
      tradores: «En vuestros recorridos de inspección —escribe uno de ellos— ,
      procurad animar a las gentes e inspirarles la mejor disposición, y no sólo
      con palabras, pero, si los campesinos se quejan de los cosmográmmatas y
      de los comarcas23 con relación al trabajo de la tierra, investigad y poned
      fin a las prácticas delictivas». Sería en el funcionariado lágida donde ro­
      manos y bizantinos habían de encontrar el modelo para sus instituciones
      y la base firme para una administración eficaz.
         La carrera administrativa permitió que griegos y nativos se acerca­
      sen, pues los tolomeos tuvieron la habilidad de no prescindir de una es­


         23.  Sobre los funcionarios, véase la pág. 58.
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