Page 90 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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90 EL MUNDO HELENÍSTICO
tructura preexistente. Cierto es que los cuadros superiores eran estricta
mente griegos, al menos hasta la llegada de Evergetes II, que confió en
los egipcios para los cargos de estratega; pero los escalafones medios e
inferiores los ocuparon, principalmente, los nativos, e incluso desde el
comienzo ya hubo nomarcas egipcios. En otra casta tradicional, el clero,
continuó siendo dueña indisputable la antigua élite indígena.
El clero indígena
Los sucesores de Alejandro conservaron por doquier su misma polí
tica de tolerancia con los dioses propios. Esencialmente por una cuestión
política —ya que sabían de su influencia sobre el pueblo— intentaron
acomodarse con el clero autóctono, arreglando los antiguos santuarios,
construyendo otros nuevos y colmando de presentes y regalías a dioses o
sacerdotes con la esperanza de que tamaña generosidad les facilitara un
mejor control de las masas. Aunque algunos templos de Asia son bien co
nocidos, especialmente el Artemisio de Efeso —auténtico Estado sacer
dotal con inmensas riquezas y un innumerable personal, formado por sa
cerdotes castrados, los megabises, y las sacerdotisas vírgenes— , o el
Esagil24 de Babilonia y el templo de Nabu, en Borsippa, ambos restaura
dos por los seléucidas, es en Egipto donde se da la documentación más
abundante y la descripción menos imprecisa.
Así como el funcionario era el hombre del rey, el sacerdote era el
hombre de dios. Disponía de un poder inquietante, porque era el único
capaz de establecer relaciones con el mundo sobrenatural y de dar esta
bilidad al universo a través de las liturgias cotidianas o solemnes que, al
ofrecer a la divinidad todo lo necesario para su vida en el templo, a sa
ber, alimento, bebida, vestidos y distracciones, garantizaban al mismo
tiempo su benevolencia a los mortales. Heredero de una ciencia milena
ria,25 depositaría de las tradiciones y de la escritura sagrada, el clero con
servaba el inmenso prestigio del que siempre estuvo rodeado en el valle
del Nilo, aunque, en la época tolemaica, los medios sacerdotales tendie
ron a replegarse sobre sí mismos y a anquilosarse (Estrábón nota, por
ejemplo, que desaparecieron todas las escuelas de santuario que existían
24. Templo de Marduk.
25. Sobre la extraordinaria cantidad de conocimientos grabados en el templo de
Edfu, véase la pág. 157.