Page 27 - El camino de Wigan Pier
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de los tres casos, toma la comida fuerte del día al volver a casa. En su libro England,
el Rdo. W. R. Inge acusa a los mineros de glotonería. La mayoría de los mineros con
quienes conviví comían algo menos que yo. Muchos de ellos me dijeron que después
de una comida abundante no podían trabajar. Lo que comen en la mina es sólo un
tentempié, generalmente un bocadillo y té frío. El té lo llevan en una botella plana de
metal sujeta al cinturón. Cuando el minero vuelve a casa de noche, su mujer le espera
despierta, pero, cuando trabaja por la mañana, acostumbra a prepararse él mismo el
desayuno. Parece ser que no se ha extinguido aún totalmente la antigua superstición
según la cual trae mala suerte el hecho de ver a una mujer antes de entrar a trabajar
por la mañana. Cuentan que en los viejos tiempos se daba el caso de que un minero
que se encontraba con una mujer volvía a casa y dejaba de trabajar aquel día.
Antes de mi estancia en las zonas carboníferas, yo compartía la extendida
creencia de que los mineros están relativamente bien pagados. Uno oye decir que un
minero cobra diez u once chelines diarios, hace una multiplicación y deduce que los
mineros ganan unas dos libras a la semana o unas ciento cincuenta al año. Pero la
afirmación de que un minero cobra diez u once chelines por día no es cierta en la
mayoría de los casos. Sólo los paleros cobran esta cantidad. Un techador, por
ejemplo, que es contratado por días, cobra menos, unos ocho o nueve chelines.
Además, cuando el palero trabaja a destajo, a tanto por tonelada extraída, como
ocurre en muchas minas, sus ganancias dependen de la calidad del carbón. Una avería
en la maquinaria o la presencia de un «caballo» —una veta de piedra atravesando el
filón de mineral— pueden robarle el jornal de uno o dos días. Y en ningún caso se
debe suponer que el minero trabaja seis días por semana durante las cincuenta y dos
semanas del año. Es casi seguro que habrá un cierto número de días en que estará
«desocupado». El jornal medio por día trabajado de todos los obreros de las minas de
Inglaterra, de ambos sexos y de todas las edades, fue, en 1934, de 9 chelines y 1 ¾
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peniques . Según esta cifra, si todos los obreros de las minas trabajasen durante todo
el año, ganarían algo más de 142 libras anuales, casi 2 libras y 15 chelines a la
semana. Pero sus ingresos reales son mucho menores, pues la cifra de 9 chelines y
1 ¾ peniques es el jornal medio de los días trabajados y no tiene en cuenta los días de
desocupación.
Tengo ante mí cinco hojas de salario de un minero de Yorkshire, correspondientes
a cinco semanas (no consecutivas) de principios de 1936. Como promedio,
representan un salario semanal bruto de 2 libras, 15 chelines y 2 peniques, según lo
cual, el jornal medio asciende casi a 9 chelines y 2 ½ peniques. Pero estas hojas de
salario corresponden a meses de invierno, durante los cuales casi todas las minas
funcionan a pleno rendimiento. Con la primavera, la venta de carbón va
disminuyendo y un número creciente de hombres quedan «temporalmente
desocupados», mientras que otros que en teoría siguen trabajando quedan también
desocupados durante un día o dos por semana. Es evidente, pues, que el cálculo según
el cual un minero gana anualmente 150, o incluso 142 libras, es enormemente
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