Page 29 - El camino de Wigan Pier
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efectuado una reducción media de 3 chelines y 10 peniques a la semana. Pero, como
           es lógico, la hoja de salario sólo menciona las reducciones impuestas por la compañía
           o pagadas a través de ella; hay que añadir a éstas las cuotas sindicales, que hacen que
           las reducciones sobrepasen los cuatro chelines. Seguramente es exacto afirmar que

           las diversas deducciones se llevan unos cuatro chelines del salario semanal de todos
           los  mineros  adultos.  De  modo  que  las  115  libras,  11  chelines  y  6  peniques  que
           constituían el salario medio del minero inglés en 1934 debieron de convertirse, a la
           hora de la realidad, en unas 105. Hay que señalar, sin embargo, que la mayoría de los

           mineros pueden comprar el carbón para su uso doméstico a precio reducido, unos
           ocho  o  nueve  chelines  la  tonelada.  Pero,  según  el  señor  Jones,  a  quien  he  citado
           anteriormente, «el valor medio de todos los pagos en especie efectuados en todo el
           país es sólo de cuatro peniques diarios». Y estos cuatro peniques diarios equivalen ya,

           en muchos casos, a los gastos de transportes. O sea que, considerando la industria en
           general, la cantidad media que el minero trae efectivamente a casa no rebasa las dos
           libras semanales, o quizá ni alcanza esa cifra.
               Por otro lado, ¿cuánto carbón produce un minero, como promedio?

               El número de toneladas de carbón extraídas anualmente por persona empleada en
           las minas aumenta de forma progresiva aunque lenta. En 1914, cada minero produjo,
                                                                           [8]
           como promedio, 253 toneladas de carbón; en 1934, 280 . Naturalmente, esta cifra es
           un promedio, para la obtención del cual se ha partido del número total de trabajadores
           de las minas; los que realmente extraen carbón producen cantidades mucho mayores:
           en  muchos  casos,  probablemente,  mucho  más  de  mil  toneladas  cada  uno.  Pero,
           incluso tomando las 280 toneladas como cifra real, vale la pena fijarse en el enorme

           trabajo que representa. Una buena manera de hacerse una idea es comparar la vida de
           un minero con la de otra persona. Si yo vivo hasta los sesenta años, habré producido,
           digamos, unas treinta novelas, con las que se podrán llenar dos estantes de biblioteca.
           En el mismo espacio de tiempo, un minero produce, como promedio, 8400 toneladas

           de carbón, una cantidad suficiente para cubrir Trafalgar Square de un pavimento de
           cincuenta centímetros de espesor o para aprovisionar de combustible a siete familias
           numerosas durante más de cien años.
               De las cinco hojas de salario que he mencionado antes, tres llevan un sello que

           dice  «Deducción  por  fallecimiento».  Cuando  un  minero  muere  en  accidente  de
           trabajo, existe la costumbre de que todos sus compañeros hagan una colecta para la
           viuda, contribuyendo generalmente con un chelín cada uno. La colecta es realizada
           por la compañía, y la cantidad que se entrega es automáticamente descontada de los

           salarios. El detalle significativo lo constituye el sello de goma. Entre los mineros, el
           índice  de  accidentes  es  tan  elevado  en  relación  con  el  de  otros  oficios,  que  los
           fallecimientos se dan casi por descontados, casi como ocurriría en una guerra. Cada
           año  muere  un  minero  de  cada  novecientos  y  es  herido  uno  de  cada  seis,

           aproximadamente. Desde luego, la mayoría de estas heridas no son graves, pero un
           buen número de ellas son causa de incapacidad total. Esto significa que, si un minero



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