Page 34 - El camino de Wigan Pier
P. 34

4





                 l recorrer las ciudades industriales, se pierde uno por laberintos de casitas de
           Aladrillo  ennegrecidas  por  el  humo,  que  proliferan  caóticamente  en  torno  a

           callejuelas  llenas  de  barro  y  pequeños  patios  sucios  de  ceniza,  donde  están  los
           malolientes cubos de la basura, la colada tendida a secar, manchada ya de hollín, y los
           ruinosos retretes. El interior de estas casas es casi siempre igual, si bien el número de
           habitaciones  oscila  entre  dos  y  cinco.  Todas  tienen  una  cocina-sala  de  estar  casi

           exactamente igual, de diez a quince pies cuadrados, con cocina de carbón. Las más
           grandes tienen la fregadera y lavadero en la trascocina, y en las más pequeñas ambos
           están en la cocina-sala. En la parte trasera está el patio (o fracción de patio, pues éste
           puede ser compartido por varias casas), en el que caben justo el cubo de la basura y el

           retrete. Ninguna de estas casas tiene instalación de agua caliente. Me imagino que se
           podrían  recorrer  literalmente  cientos  de  calles  habitadas  por  mineros,  todos  los
           cuales, cuando trabajan, vuelven cada día negros de la cabeza a los pies, sin pasar
           frente  a  una  sola  casa  donde  haya  una  bañera.  Habría  sido  muy  sencillo  instalar

           sistemas  de  agua  caliente  a  partir  de  la  cocina  de  carbón,  pero,  al  no  hacerlo,  el
           constructor  se  ahorró  quizá  diez  libras  por  casa.  Además,  en  la  época  en  que  se
           construyeron estas casas, a nadie se le ocurría que los mineros tuviesen que bañarse
           para nada.

               Es de señalar que la mayoría de estas casas son viejas: tienen cincuenta o sesenta
           años  como  mínimo;  y  muchas  de  ellas  no  son,  según  el  criterio  más  modesto,
           adecuadas para vivienda humana. La gente sigue alquilándolas por la sencilla razón
           de  que  no  hay  otras.  Ésta  es  la  característica  principal  de  la  vivienda  en  las  áreas

           industriales: no es sólo que las casas sean viejas y feas, incómodas y antihigiénicas, o
           que estén en barrios increíblemente sucios, cerca de fundiciones que ensucian el aire,
           de apestosos canales y de montones de escorias que las envuelven en humo sulfuroso,
           sino, sobre todo, que su número es insuficiente.

               «Problema de la vivienda» es una expresión que ha sido abundantemente usada
           desde  después  de  la  guerra,  pero  que  significa  poco  para  todo  el  que  tenga  unos
           ingresos superiores a las diez libras semanales, o incluso a las cinco. En las zonas
           donde los alquileres son altos, el problema no está en encontrar casa sino en encontrar

           inquilinos.  Recórrase  cualquier  calle  de  Mayfair  y  se  verán  en  la  mitad  de  las
           ventanas letreros de «se alquila». Pero, en las zonas industriales, la sola dificultad de
           encontrar vivienda es uno de los peores agravantes de la pobreza. Significa que la
           gente lo aceptará todo, cualquier casucha en un callejón, cualquier barraca llena de

           chinches con los suelos podridos y las paredes agrietadas, cualquier extorsión de un
           propietario avariento o de una agencia de chantajistas, con tal de tener un techo bajo
           el que abrigarse. Yo he estado en casas siniestras, en las que no habría vivido una
           semana  aunque  me  hubiesen  dado  dinero  encima,  y  me  he  enterado  de  que  los



                                         www.lectulandia.com - Página 34
   29   30   31   32   33   34   35   36   37   38   39