Page 41 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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¿Qué posibilidades tiene Juan Carlos Todo lo más ser rey por algunos meses. Si hubiese roto a
tiempo con Franco, habría podido encontrar una base de apoyo. Ahora no tiene nada y le
desprecian todos. Yo preferiría que hiciese las maletas y se fuese con su padre diciendo Devuelvo
la monarquía al pueblo. Si no lo hace, terminará muy mal, muy mal. Incluso le pueden matar (70).
Como todos sabemos, Juan Carlos I no rompió con Franco, no se fué con su padre, no lo mataron,
y es rey de España. En cambio, el profeta Santiago Carrillo ya no es Secretario General del Partido
Comunista de España.
Otro ejemplo. El periodista alemán Leo Lania veía así a Hitler en ocasión del proceso por el
putsch de Munich. En su vestimenta, en su oratoria, sus gustos, toda su apariencia ofrece una
impresión de subalterno. El cuello es un poco demasiado alto, la chaqueta negra de talle
demasiado ajustado, la solapa subida hasta la nuca, su posición un tanto rígida y, cuando habla,
deja arrastrar la r, lo que por su acento suralemán llama la atención doblemente. ¿Es así un
dictador Involuntariamente se piensa tener delante a un enérgico viajante, a un charlatán
ofreciendo su mercancía (71). Es decir, para Leo Lania, Hitler era un pobre hombre y, además,
duda de que sea un dictador. Este pobre hombre será abrumadoramente votado por la gran
mayoría del pueblo alemán, y será calificado de dictador por toda la Humanidad...
Muchas profecías se hicieron con respecto a Hitler. Uno de los más tenaces profetas fue León
Blum, el riquísimo buda del Socialismo francés. Así, este profeta, sucesor dignísimo de sus
antepasados Isaías, Ezequiel y Daniel, afirmaba, en 1932 Suceda lo que suceda, el camino hacia
el poder se ha cerrado ante Hitler (72). Y algo más tarde Hitler ya está excluído del poder; incluso
está excluído, puedo afirmarlo, de la esperanza del poder (73). Dos meses más tarde, Hitler
ganaba las elecciones y llegaba al poder. Pero esto no arredraba a Blum A Hitler le echarán a la
calle los generales alemanes antes de tres meses (74). A Hitler, como sabemos, no le echaron a
la calle los generales alemanes, precisamente; si acaso, acabaron con su poder los generales
aliados, y no al cabo de tres meses, sino de doce años.
Blum no limitó sus facultades proféticas a la persona de Hitler. Cuando los socialistas llegaron al
poder a través del llamado Frente Popular, en Francia, declaró Somos, resueltamente hostiles a la
devaluación (75) y, unas semanas más tarde La devaluación es una solución desesperada e
inmoral que sólo aprovecha a los especuladores y deudores deshonestos (76). Pues bien, al cabo
de tres meses, el gobierno de Blum anunciaba una primera devaluación, a la que seguiría una
segunda medio año después.
Otro profeta fue Paul Reynaud, a la vez Ministro de Asuntos Exteriores y Presidente del Consejo
de Ministros de Francia cuando se produjo la derrota de ésta, en mayo de 1940. Reynaud afirmó,
ante la Cámara Venceremos porque somos los más fuertes. Cuarenta días más tarde, Francia
pedía el Armisticio, pero antes el impagable Reynaud ofrecía a la humanidad una perla literaria,
también parida en plena Cámara de Diputados francesa Nuestros soldados irán a tender su ropa
interior en la Línea Sigfrido.
Eduard Daladier, Presidente de la República, que afirmó que la ruta del hierro ha sido cortada,
anunciando así que Noruega había sido ocupada por los anglo-franceses, cuando dos horas
después se anunciaba que había sucedido todo lo contrario, sólo puede ser considerado un profeta
menor. Más meritorio nos parece, como profeta, Jeroboam Rothschild, cuyo nombre de tijeritas
(77) ya parece predestinado a ese oficio de vaticinador, aunque para los simples mortales
apareciera como Georges Mandel, que era Ministro del Interior del gobierno francés que declaró la
guerra a Alemania en 1939. Este Mandel, tras aconsejar al Primer Ministro checoeslovaco Benes
declare la guerra a Alemania y los cañones de Francia, Inglaterra y Rusia se dispararán solos
contra las hordas hitlerianas, profetizó, magnífico Alemania será vencida en seis meses sin la
ayuda de Mussolini, y en tres meses con la ayuda de éste... Aplastaremos al Nazismo. Como
sabemos, Alemania no fue vencida ni en tres ni en seis meses, sino en seis años, y no
precisamente por franceses y checoeslovacos, sino por americanos y rusos.