Page 44 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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tradición de hechos heroicos, hermanados por un patriotismo sin tacha y terrícola, dirigidos por el
dinámico Ngwazi Kamuzu Banda, el León de Malawi, Padre y Fundador de la nación de los
Pueblos Malawi, Arquitecto y Constructor del Estado... el Doctor Kamuzu Banda. ¡¡¡ Kwachaaaa!!!
Inspirado por las hazañas y los sacrificios de nuestros héroes, decididos a luchar por la libertad de
la Madre Patria, nos dedicamos todos al Ngwazi y a que nuestros esfuerzos sirvan para que
Malawi, la patria, resurja, a pesar de las heridas infringidas por el Monstruo Cocodrilo, la
Federación de Nyassaland, alias Imperialismo, alias Colonialismo. ¡Oh, vosotros, dioses de Africa!
¡Escuchadme! Traigo un mensaje del Ngawazi Kamuzu Banda. ¡Óidme! 1963 se va a los anales
de la Historia con el alma, el espíritu y los huesos del Monstruo Cocodrilo, la Federación de
Nyassaland y sus arquitectos. ¡Oh , vosotros, dioses de Africa, esta vez traigo un mensaje de la
Madre Africa para vosotros, y este es que las almas de esos diablos, el Mónstruo Cocodrilo y sus
arquitectos, que se vayan al infierno. Ngwazi Kamuzu Banda, susúrreme al oído, Señor, hágame
ese favor, se lo ruego. ¿Ha dicho usted que la independencia está a la vuelta de la esquina
¿,Cómo ¿Que ya la tenemos ¿QUE YA LA TENEMOS !!!! KWACHA!!!! Sí, Señor, Gracias,
Señor. ¿Puedo transmitir ese mensaje a los dioses de Africa Muy bien, Señor. ¡Oh, vosotros,
dioses de Africa, traigo un mensaje para vosotros del Ngwazi Kamuzu Banda. Dice que ya
tenemos la independencia. ¿Cómo ¿Que ya lo sabíais Señor, los dioses de Africa me dicen que
ellos ya sabían que teníamos la independencia, y que os mandarán las almas de todos vuestros
hijos e hijas que murieron en el servicio de la Patria Malawi (80).
Creemos que todo comentario sería supérfluo. Mencionaremos, simplemente que el inspirado
orador, Chisiza, tuvo que huir de su Patria Malawi porque el Ngwazi Kamuzu etcétera pretendía
mandarle anticipadamente a hacer compañía a los dioses de Africa, por haber conspirado contra
él.
Se ha dicho que el plagio es el mejor homenaje que el plagiario podía ofrecer al plagiado. Es la
confesión fáctica de que se es incapaz de superarle. Winston Churchill, que llegó al alcanzar el
Premio Nobel de Literatura cuando ya este galardón se había devaluado totalmente, por sus
abigarradas Memorias llenas de detalles nimios y faltas de lo esencial que, obviamente, no se
puede revelar al público, es un ejemplar nada común de plagiario inveterado. Más de la mitad de
las frases célebres de Churchill son plagios flagrantes. Por ejemplo, su conocida tirade de mucha
sangre, sudor y lágrimas está entresacada del Canto IV de La Edad de Bronce, de Lord Byron.
Nunca tantos debieron a tan pocos, que Churchill tomó prestada a Baudelaire. Y la expresión
Telón de Acero, que se le atribuyó al gordo Premier inglés, cuando su autor fue el Doctor Goebbels
(Discurso del 30 de marzo de 1945).
La viruela plagiario es común entre los políticos profesionales. Los pobres, deben hablar tanto, que
agotan pronto su repertorio de frases ingeniosas. Así, no les queda más remedio que. robarse
ideas los unos a los otros. En España, José Antonio se aficionó tanto a la lectura del poeta fascista
francés Robert Brasillach, que se adueñó de dos expresiones muy conocidas de éste. Amamos a
Francia porque no nos gusta y Nos duele Francia. Claro que, se argüirá, el plagio no es tal, pues
lo que José Antonio dijo fué Amamos a España porque no nos gusta y Nos duele España.
La Literatura, o, si se prefiere, el arte de escribir, ha intervenido forzosamente en la Historia. No
podía ser de otra manera, dado que las situaciones de hecho deben ser patentizadas mediante
documentos escritos. Que tales documentos merezcan, luego, o no, el calificativo de literarios es
materia opinable. Puramente subjetiva. Para unos, los documentos han sido sagrados, para otros,
papel mojado. Pero para otros, insólitamente, ha sido alimento.
Conocida es la popular frase le hicieron comerse sus propias palabras. Esto puede aplicarse al
historiador y político alemán Philip Andreas Oldenburg quien, a mediados del siglo XVII escribió un
panfleto que molestó a las autoridades. Fue detenido y sentenciado a comerse sus propios
escritos. Para empeorar las cosas fue también apaleado durante la comida, de manera que los
palos no cesaron hasta que se hubo tragado el último pedazo de papel (81).
Fue también en Alemania donde el escritor Isaac Volmar escribió varios libros en los que satirizó la
vida y actividades de Bernardo, Duque de Sajonia-Meiningen. El duque invitó a Volmar a cenar.