Page 48 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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LAS DELICIAS DE LA DEMOCRACIA


                  La Democracia, ya lo sabemos, es el mejor de los sistemas políticos que se han inventado. O, por
                  lo menos, como diría Mister Churchill, orfebre en la materia, el menos malo de todos.    Suscribimos
                  totalmente esa afirmación, pues, de no hacerlo, infringiríamos la Constitución y ello está penado
                  por la Ley.    No importa que el hundimiento de todo gran imperio, según nos explica la Historia,
                  coincida con el glorioso advenimiento de la Democracia. Debe tratarse de fatales coincidencia, o,
                  más probablemente, de complots desestabilizadores urdidos por la extrema derecha.    Pero, no
                  obstante...

                  No obstante, nadie es perfecto. Nadie ni nada. Errare humanun est. A veces, incluso la
                  Democracia da lugar a situaciones chuscas.

                  En 1928, Charles King fué elegido Presidente de la República de Liberia por una mayoría de
                  600.000 votos.    Esto ya sería digno de alabanza en cualquier elección democrática, pero como
                  dice el escritor inglés Graham Greene (85) en Liberia habían entonces sólo 15.000 electores
                  censados. Como sea que Greene tratara de obtener alguna aclaración sobre el milagroso
                  fenómeno en la Embajada Liberiana en Londres, un alto funcionario expresó en términos muy poco
                  diplomáticos una extrema sorpresa de que hubiera alguien que imaginara que las elecciones en
                  Liberia podían ser diferentes a la s celebradas en cualquier otro país.

                  Las elecciones que han provocado menos interés en toda la gloriosa historia de la Democracia
                  fueron, según nuestras noticias, las celebradas en la comunidad de Machars, distrito de Aberdeen,
                  en Escocia. Se trataba de unos comicios municipales, en 1973.    El candidato George Kindness
                  (86) resultó vencedor merced al único voto emitido. Al ser solemnemente proclamados los
                  resultados, el nuevo Alcalde Kindness aseguró a los reporteros que él no había votado por sí
                  mismo. Mi esposa sí quiso ir a votar, y a ella debo mi victoria.    Es muy buena.    Pero yo no fui. No
                  me molesté, manifestó mientras posaba para la posteridad ante los fotógrafos.    Sus rivales no
                  exigieron un recuento de votos (87).

                  Inglaterra, como sabemos, es la Madre de la Democracia. Por lo menos así lo afirman los ingleses,
                  en general, y no vamos a discutirles ese mérito insigne. En Inglaterra hay dos Cámaras legislativas
                  la de los Comunes y la de los Lores, o Cámara Alta. La familia Coke durante cinco generaciones,
                  ha estado representada en la segunda. Richard Coke, quinto conde de Leicester fue miembro de la
                  Cámara durante 22 años antes de que pronunciara su único discurso, rompiendo un ilustre récord
                  familiar de silencio. Su padre no habló en la Cámara durante sus 32 años de mandato, ni tampoco
                  su abuelo en 67 (debutó a los treinta años y terminó casi centenario). Es decir, que ningún Coke
                  habló durante 121 años. El tercer conde dijo una vez Muy bien, al final del discurso de un colega,
                  pero pronto se formó la corriente de opinión que sostenía que esas dos palabras no fueron dichas
                  por el señor conde, sino por su vecino de escaño. En todo caso, hubo que esperar hasta 1962 para
                  oir la voz de la familia Coke, cuando el quinto Conde anunció gravemente que iba a hablar de la
                  pena capital, se levantó de su escaño, dió unos pasos, pero luego agitó un brazo en señal de
                  haber cambiado de idea, volvió a su lugar y se sentó, permaneciendo silencioso. Hasta que, en
                  Enero de 1972, el quinto conde decidió que iba, a lanzarse -tal como lo expresó luego a sus
                  amigos privadamente- y habló durante casi tres minutos, ante una Cámara boquiabierta, para
                  anunciar que la polución era una cosa mala y que los fertilizantes artificiales estropeaban el
                  paisaje. El quinto conde de Leicester fué atronadoramente aplaudido por sus colegas. No quería
                  hablar pero al final pensé que debía hacerlo; era mi deber dijo el noble Lord, cuya divisa familiar es
                  Sólo es prudente el que es paciente (88).
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