Page 42 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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No todos los profetas modernos son judíos. También los hay, y muy buenos, Gentiles. Ahí
tenemos a Rydz-Smigly, el generalísimo del Ejército y Vice-Presidente del Gobierno Polaco que,
cinco días antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, vaticinaba que la caballería polaca
entrará en Berlín antes de tres semanas, suponiendo que los generales no hayan, ya, echado a
Hitler del poder. Rydz-Smigly se refería a los generales alemanes, contrarios a Hitler, ni la
caballería polaca entró en otro sitio que en sus corrales al fin de las breves hostilidades.
Churchill fue, tal vez, el más grande de los modernos profetas Gentiles. En el discurso de toma de
posesión de su cargo del Primer Ministro declaró que su misión primordial era salvar al Imperio
Británico. En el curso de la guerra afirmó, varias veces, que salvaría al Imperio. Pero cuando la
guerra terminó, el Imperio se perdió, hogaño es un recuerdo del Pasado, Inglaterra un satélite
norteamericano, y Churchill, el Campeón de la Democracia, fue echado, democráticamente, por el
culto pueblo británico, antes de presidir a la realización (negativa) de sus profecías.
En España hemos tenido pocos profetas. El General Franco dijo, en 1952 que Gibraltar es una
fruta madura que pronto caerá en nuestras manos. Sin comentarios.
Y Don Adolfo Suarez, que fue, con el propio Franco, nada menos que Ministro Secretario General
del Movimiento, es decir, el primer falangista del país, se permitiría también, sus pinitos proféticos,
cuando afirmó que habría gobierno de Unión de Centro Democrático por ciento siete años. Luego,
dicho gobierno, claro que sin el profeta Suárez, duraría algo menos que los susodichos ciento siete
años. Duraría. aproximadamente, un año.
Pero un año no es nada comparado con la eternidad. Y así, el general Galtieri se permitió vaticinar,
hace unos meses que haga lo que haga Inglaterra, las Malvinas serán argentinas por toda la
Eternidad. Esa eternidad ya sabemos cuanto duró sanas seis semanas. Decididamente, no
somos nadie.
Por último una profecía insólita. En este gremio ha habido de todo, como en las demás profesiones
humanas. En el Antiguo 'Testamento hay profetas mayores. y profetas menores. Entre los profetas
no homologados en el Buen Libro encontramos vaticinadores geniales, modestos y pintorescos.
Herméticos, como Nostradamus, o diáfanos, como Suárez (que el Señor Duque de Idem. acertara
o no es harina de otro costal). Ha habido incluso profetas del Pasado, es decir, quienes han
vaticinado algo que ya se ha producido, como Victor Hugo, previendo la derrota francesa en la
guerra franco-prusiana de 1870, tres semanas después de haberse producido ésta, aunque luego
él conocido escritor afirmará que su artículo había sido escrito varios meses antes. Es posible.
Pero nuestra España debía producir un profeta único. O, al menos, un espécimen único de profeta.
El vaticinador del Pasado que se equivoca. Acaba de ocurrir. El día 4 de diciembre de 1982, el
gobierno español decidía una devaluación de la peseta del orden del ocho por ciento. El día 8, el
semanario Intervíu publicaba un reportaje sobre una entrevista con el Ministro de Economía,
Miguel Boyer, quien afirmaba Si trabajamos con rigor, sin prometer lo que no se puede hacer, al
final de la legislatura el balance que los socialistas presentemos puede ser positivo. Excelente.
Muy prudente. Pues si los socialistas están convencidos de la bondad de sus planteamientos, si
trabajan con rigor etc., etc. el señor Boyer debiera suprimir el puede. Bien. Pero el señor Boyer,
Ministro de Economía, dice más. Dice No hay razones para devaluar la peseta, crearía más
complicaciones que ventajas. Esto se publica cuatro días después de haberse, efectivamente,
devaluado la peseta. Por supuesto que el señor Boyer, el día 8 de diciembre, ya tuvo tiempo de
enterarse de que la peseta había sido devaluado el día 4 del mismo mes, lo que hace suponer que
sus declaraciones fueron anteriores a la devaluación. Ahora bien; cavilamos Si un ministro que
acaba de tomar posesión, el día 30 de noviembre, afirma que no va a haber devaluación, y lo
declara a una publicación semanal, es decir, que sabe perfectamente que sus declaraciones
aparecerán como mínimo al cabo de una semana, y teniendo en cuenta que es nada menos que el
titular del ramo, es decir, el Ministro de Economía, y, como máximo, cuatro días después se
produce la devaluación, el interrogante que se plantea es ¿quién gobierna