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RASSINIER : La mentira de Ulises






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                                                      CAPÍTULO II






                                           LOS TESTIGOS MENORES






                            Estos testigos sólo cuentan lo que han visto o pretenden haber visto, sin comentar
                       mucho; la crítica sólo lleva aquí a detalles frecuentemente insignificantes. El lector me
                       disculpará por ello: los grandes enigmas del problema de los campos de concentración
                       solamente pueden ser abordados con los testigos mayores, pero no se pueden olvidar los
                       otros.




                                        I.--Hermano Birin (Verdadero nombre: Alfred Untereiner)
                            Publicó un relato cronológico de su paso por Buchenwald y Dora.
                            Título: 16 meses de presidio.
                            Publicado por la editora Matot-Braine, en Reims, el 20 de junio de 1946.
                            Prefacio de Emile Bollaert.
                            En el prólogo las circunstancias que motivaron su arresto y su deportación.
                            En el apéndice, un poema en versos libres del abate Jean-Paul Renard: He visto, he
                       visto y he vivido...
                            Y en el epílogo, dos notificaciones; una comunicando la

                       [142] concesión de la Cruz de guerra, otra el ingreso en la orden de la Legión de honor, así
                       como un extracto del discurso pronunciado por Emile Bollaert, entonces comisario de la
                       república de Estrasburgo, con motivo de esto último.
                            Fue detenido en diciembre de 1943, deportado a Buchenwald el 27 de enero de 1944 y
                       a Dora el 13 de marzo siguiente. Formamos parte de los mismos convoys de deportación y de
                       transporte desde un campo al otro. Por otra parte, nuestros números de registro se seguían
                       muy de cerca: 45.652 para él, 44.362 el mío.
                            Hemos sido liberados juntos. Pero en el interior del campo nuestros destinos fueron
                       divergentes: gracias al perfecto conocimiento de la lengua alemana que él tenía por su origen
                       alsaciano logró hacerse asignar como secretario de la Arbeitsstatistik, puesto privilegiado por
                       excelencia, mientras que yo seguía la suerte común que sólo interrumpió la enfermedad.
                            Como secretario en la Arbeitsstatistik  prestó innumerables servicios a un número
                       considerable de presos, y especialmente a los franceses. Su abnegación carecía de límites.
                       Implicado en un complot que yo siempre he creído aparente, fue encarcelado en la prisión del
                       camnpo durante los cuatro o cinco últimos meses de su deportación.
                            Actualmente enseña – salvo error – en las escuelas cristianas de Epernay.
                            16 meses de presidio pretende ser un fiel relato. «Yo, sin embargo, sólo quiero relatar
                       lo que he visto», escribe el autor (página 38.) Quizá, por otra parte, lo cree muy sinceramente.
                            Se le va a juzgar.

                                   LA SALIDA HACIA ALEMANIA. (Desde la estación de Compiègne).




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