Page 401 - Mahabharata
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5. El consejo                                                                            381


               como gente a la que debes respeto, tú, que eres el más digno de respeto. Cuando Drau-
               padi dijo: “No hay sabha donde no hay ancianos. No son ancianos quienes no hablan

               con justicia. Donde no hay verdad, no hay justicia. Donde se consiente la obstinación no
               hay verdad.” Cuando dijo eso, dijo la verdad. La corte de Hastinapura es la morada del
               pecado. Es un buen momento para destruirla. Tu abuelo no recuerda que es tu abuelo. Él
               va a ser el primero en luchar contra ti. ¿Por qué sufres aún por este afecto inadecuado?
               Excepto por el nombre de la casa a la que ambos pertenecéis, no hay nada, absolutamente
               nada en común entre tú y Duryodhana. ¿Por qué te apenas? Todos ellos tienen que ser
               aniquilados como un árbol venenoso junto con todas sus raíces y ramas. Es un nido de
               víboras; destrúyelo. Me voy a Hastinapura. Sé que no habrá paz entre tú y tu primo. Mi
               propósito de ir a Hastinapura es explicarles a todos los ciudadanos y a los reyes y demás
               gente que estén allí para ayudar a Duryodhana, la verdad acerca de todos ellos. Les voy
               a mostrar tu actitud, en contraste con la del rey kuru y la de su padre; que el mundo
               sepa la verdad, que conozcan la nobleza y la bondad del hombre con el que van a luchar.
               Haré todo lo que pueda por defender tu causa ante la gente en general y volveré después
               de hacer lo que pueda por ti. Sé que Duryodhana no se desprenderá del reino. Durante
               mi ausencia, por favor, haz los preparativos para la guerra. La guerra comenzará a mi
               regreso. Bhima habló y dijo.
                   —Krishna, si puedes conseguir la paz entre el orgulloso Duryodhana y los pandavas,
               seré muy feliz. No trates de amedrentar a Duryodhana con el poder del ejército de los
               pandavas, es muy orgulloso y arrogante. Trata de usar dulces palabras mientras hablas
               con él. Es obstinado y nunca da su brazo a torcer, en un tiempo fuimos compañeros de
               juego y le conozco. Por favor, no le irrites o causará la muerte de los reyes del mundo.
               Estoy de acuerdo con mi hermano, de que no hay nada como la paz. Por favor, haz
               posible que podamos vivir en paz con ellos. Convence a nuestro abuelo de que deben
               abandonar la idea de la guerra. Lo mejor es evitar la guerra. Estoy seguro de que mi
               querido Arjuna coincidirá conmigo y entenderá mis sentimientos.

                   Hubo un momento de silencio y luego Krishna rompió en carcajadas. Se rió durante
               largo rato al oír las palabras de Bhima, era lo último que esperaba. Este alegato de
               Bhima por la paz era algo que no podía asimilar, era imposible creérselo. Hubiera creído
               antes que el fuego había perdido su calor y se había vuelto frío como la nieve. Krishna,
               queriendo elevar el espíritu de Bhima y avivar la chispa en él, le dijo:
                   —¿Qué es lo que oigo, Bhima? Hasta ayer sólo hacías alabanzas a la guerra. Estabas
               esperando matar a los hijos de Dhritarashtra. Durante los últimos trece años no has
               tenido ni una noche de reposo, tu mente no estaba en paz, estabas siempre enfurecido.
               Parecías una serpiente furiosa y apretabas los puños con furia desesperada contra tu
               hermano, que te pedía paciencia. Tu mente echaba humo como lo hace el fuego cubierto
               de cenizas. Te sentabas aparte de todo el mundo como un hombre débil, oprimido por
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