Page 402 - Mahabharata
P. 402
382 Mahabharata
un gran peso. La gente pensaba que estabas loco, cuando te oían hablar en voz alta
con las cejas fruncidas y con la frente empapada en sudor. Impulsado por brotes de
furia repentina arrancabas árboles de raíz y derramabas lágrimas de ira estando a solas.
Te reías como un poseído y gritabas de repente: « El loto puede florecer en lo alto de
las montañas y el Sol puede alterar su curso y salir por el oeste, pero yo no faltaré a
mi juramento: ¡romperé el muslo de ese pecador! » Diciendo esto, levantabas tu maza
y la arrojabas al aire, ¿Cómo puedo creer que es el mismo Bhima el que ahora quiere
la paz? Estabas ansioso por la guerra, pero ahora que la guerra está cerca, tu corazón
desfallece pensando en ella. Estás perdiendo coraje. Veo que la mente de un hombre
es susceptible al más ligero cambio. Tu mente se ha nublado, Bhima. La balsa de los
pandavas amenaza hundirse y contigo se hundirán todos ellos. Siento ver esta cobardía
que te ha sobrevenido.
Las palabras de Krishna tuvieron el efecto deseado. Vio cómo los ojos de Bhima se
ponían rojos. Le contuvo diciendo:
—Bhima, recuerda tu bravura en el pasado. Recuerda que eres un kshatrya. Recuerda
los pecados de tus primos a quienes has jurado matar. Pon tu mente firme, haz frente a
esos sentimientos de afecto que tratan de poseerte. Reafirma tu voluntad haciéndola tan
dura como el acero. La paz no te encaja, tú no puedes vivir en paz, hasta que los mates a
todos. ¡Vamos, haz resurgir tu ser dormido!
Bhima le miró con ojos de enfado y le dijo:
—Krishna, has interpretado mal mis palabras. Sabes demasiado bien la agonía que he
estado sufriendo durante los últimos años y aun así me hieres con esas palabras crueles.
Habiéndome conocido durante tantos años, te atreves a llamarme cobarde. No hay nadie
que me iguale en valor. Cuando estalle la guerra verás si estoy diciendo la verdad o
sólo estoy fanfarroneando. Nadie podrá resistir mi ira. Mataré a todos los enemigos
de los pandavas. Parece que no me conoces. Una vez que los kurus sean atrapados
en mis brazos, nadie podrá rescatarlos. Sólo me verás tal cual soy cuando comience la
guerra. Pareceré el dios de la muerte cuando irrumpa en las filas enemigas con la maza
en alto. No tengo miedo. Mis cejas no están húmedas de sudor por el miedo. Mi cuerpo
arde pero no por miedo. Me sentí lleno de compasión por la humanidad y pensé que el
mundo se beneficiaría si se evitaba la guerra. Esta fue la única razón por la que te hablé
de la paz. Por favor, no me llames cobarde, no lo soy.
Krishna cogió su mano con la suya y le sonrió. Le dijo:
—No, Bhima, yo sé que eres cualquier cosa menos un cobarde. Sólo quería animaros.
Sé que tú eres la persona más fuerte de nuestro lado. Dependemos de ti para ganar esta
guerra. Quería saber tus verdaderos sentimientos, por eso te he insultado. Yo conozco
el futuro; los kurus no van a aceptar esta proposición de paz. Va a haber una guerra,